jueves, 21 noviembre 2024
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Madre pensó lo peor y lo halla muerto

Jennifer Orozco | La Prensa.- Un llanto amargo que certificaba el mal presen­timiento. “Él me llamó el martes. Le dije, hijo no me llames así de repente, papi, que me asustas, ca­da vez que me llamas así es para algo malo. Yo sa­bía que venía algo malo”, repetía la madre de Víctor David Camacaro Díaz (20) asesinado en la man­zana K de La Sábila, el miércoles a las 10:30 de la noche.

El martes Víctor no sólo llamó a su mamá, sino que fue a casa de su abuela a comer. “Yo le di­je que se fuera de aquí de la zona, porque todo esta­ba peligroso”, dijo la abuela.

El chamo se fue de casa de su abuela, quien tam­bién vive en el norte, ha­cia La Sábila, a casa de su hermana mayor, quien tampoco quería que se quedara allí.

Desde ese momento perdieron el rastro de Víctor. “Yo lo llamé ayer (miércoles), pero nada que respondía. Él siem­pre me contestaba, me llamaba para avisarme qué hacía, era fastidioso a veces, pero yo sabía to­do lo que hacia”, reveló la madre, mientras las lá­grimas bajaban como cascada por su rostro.

Al no aparecer rastro de Víctor, la madre pensó lo peor. Podía estar preso, como había pasado antes y el mal presentimiento tendría un final peor al que imaginó.

Según vecinos, a las 10:30 de la noche del miércoles, un Malibú ro­jo y un Fiesta Power ne­gro entraron a La Sábila a toda mecha. Pasaron hasta la octava calle y lle­garon a la Manzana K.

Allí, donde todas las ca­sas están “acabadas” y donde sólo hay basura, supuestamente empuja­ron a Víctor del Malibú rojo y se bajaron dos tipos. Se escucharon 8 dis­paros seguidos y después un silencio total.

A los pocos minutos arrancaron ambos carros otra vez a toda velocidad y se fueron en la oscuri­dad de la noche. Dicen que esos vehículos son manejados por dos ham­pones conocidos como “Canane” y “Cachete”, quienes son distribuido­res de droga y ladrones de la zona.

El cuerpo quedó allí. Unos vecinos a las 11:00 de la noche se atrevieron a salir y revisaron el cuer­po. Era David. Corrieron a la casa de su hermana para avisarle que lo habí­an asesinado.

Cuando la joven mujer llegó hasta ese sitio, vio el cuerpo de su hermano. Tenía las manos atadas con un mecate, que a su vez le amarraba también los pies. Estaba en posi­ción fetal y se presume que también estaba amordazado, pero en la mañana de ayer los pe­rros le comieron la mitad de la cara.

Un trapo blanco estaba alrededor de su cuello. vestía blue jean, franela blanca y un zapato negro. La cara y la cabeza esta­ban ensangrentadas. Se presume que tenía gol­pes y disparos, pero la autopsia revelará el arma homicida utilizada.

La mamá de Víctor lle­gó llorando a mares. Ella admitió que su hijo ha­bía estado en malos pa­sos. Al parecer el mucha­cho a los 15 años cayó preso en el retén de El Manzano por el delito de robo y después de los 18 estuvo en Uribana por el mismo delito.

Hace algunos días, a ca­sa de su abuela materna llegó una solicitud. La abuela dice que cree ha­ber leído que era por un homicidio, pero que no estaba muy segura. Lo cierto es que Víctor esta­ba bajo régimen de pre­sentación cada ocho días, pero las últimas 3 sema­nas no había ido a pre­sentarse porque supuestamente le habían robado la cédula.

Las mismas tres sema­nas tenía abandonado el trabajo que había conse­guido como herrero con su papá. “Me dijo que el trabajo estaba flojo, su papá lo llamaba para ha­cer trabajitos de vez en cuando, pero no era mu­cho lo que ganaba”, dijo la mamá.

Era soltero y el interme­dio de tres hermanos. No tenía hijos, pero estaba muy apegado a los hijos de su hermana mayor, por eso iba mucho a La Sábila, según reveló su propia madre. Su papá no estaba en el sitio del suceso.

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