Jennifer Orozco | La Prensa.- Un llanto amargo que certificaba el mal presentimiento. “Él me llamó el martes. Le dije, hijo no me llames así de repente, papi, que me asustas, cada vez que me llamas así es para algo malo. Yo sabía que venía algo malo”, repetía la madre de Víctor David Camacaro Díaz (20) asesinado en la manzana K de La Sábila, el miércoles a las 10:30 de la noche.
El martes Víctor no sólo llamó a su mamá, sino que fue a casa de su abuela a comer. “Yo le dije que se fuera de aquí de la zona, porque todo estaba peligroso”, dijo la abuela.
El chamo se fue de casa de su abuela, quien también vive en el norte, hacia La Sábila, a casa de su hermana mayor, quien tampoco quería que se quedara allí.
Desde ese momento perdieron el rastro de Víctor. “Yo lo llamé ayer (miércoles), pero nada que respondía. Él siempre me contestaba, me llamaba para avisarme qué hacía, era fastidioso a veces, pero yo sabía todo lo que hacia”, reveló la madre, mientras las lágrimas bajaban como cascada por su rostro.
Al no aparecer rastro de Víctor, la madre pensó lo peor. Podía estar preso, como había pasado antes y el mal presentimiento tendría un final peor al que imaginó.
Según vecinos, a las 10:30 de la noche del miércoles, un Malibú rojo y un Fiesta Power negro entraron a La Sábila a toda mecha. Pasaron hasta la octava calle y llegaron a la Manzana K.
Allí, donde todas las casas están “acabadas” y donde sólo hay basura, supuestamente empujaron a Víctor del Malibú rojo y se bajaron dos tipos. Se escucharon 8 disparos seguidos y después un silencio total.
A los pocos minutos arrancaron ambos carros otra vez a toda velocidad y se fueron en la oscuridad de la noche. Dicen que esos vehículos son manejados por dos hampones conocidos como “Canane” y “Cachete”, quienes son distribuidores de droga y ladrones de la zona.
El cuerpo quedó allí. Unos vecinos a las 11:00 de la noche se atrevieron a salir y revisaron el cuerpo. Era David. Corrieron a la casa de su hermana para avisarle que lo habían asesinado.
Cuando la joven mujer llegó hasta ese sitio, vio el cuerpo de su hermano. Tenía las manos atadas con un mecate, que a su vez le amarraba también los pies. Estaba en posición fetal y se presume que también estaba amordazado, pero en la mañana de ayer los perros le comieron la mitad de la cara.
Un trapo blanco estaba alrededor de su cuello. vestía blue jean, franela blanca y un zapato negro. La cara y la cabeza estaban ensangrentadas. Se presume que tenía golpes y disparos, pero la autopsia revelará el arma homicida utilizada.
La mamá de Víctor llegó llorando a mares. Ella admitió que su hijo había estado en malos pasos. Al parecer el muchacho a los 15 años cayó preso en el retén de El Manzano por el delito de robo y después de los 18 estuvo en Uribana por el mismo delito.
Hace algunos días, a casa de su abuela materna llegó una solicitud. La abuela dice que cree haber leído que era por un homicidio, pero que no estaba muy segura. Lo cierto es que Víctor estaba bajo régimen de presentación cada ocho días, pero las últimas 3 semanas no había ido a presentarse porque supuestamente le habían robado la cédula.
Las mismas tres semanas tenía abandonado el trabajo que había conseguido como herrero con su papá. “Me dijo que el trabajo estaba flojo, su papá lo llamaba para hacer trabajitos de vez en cuando, pero no era mucho lo que ganaba”, dijo la mamá.
Era soltero y el intermedio de tres hermanos. No tenía hijos, pero estaba muy apegado a los hijos de su hermana mayor, por eso iba mucho a La Sábila, según reveló su propia madre. Su papá no estaba en el sitio del suceso.