sábado, 18 enero 2025
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Le vuelan el cerebro de un disparo

Euseglimar González | LA PRENSA.-  “¡Ay, Dios, lo destroza­ron!”, decía llorando la hermana de José Antonio González Escalona (26) asesinado ayer en la ma­drugada en la avenida Los Próceres de Tierra Negra.

Cuentan los vecinos del sector que entre las 3:30 y 4:00 de la madrugada es­cucharon seis detonacio­nes y no fue sino hasta las 6:00 de la mañana que vieron el cuerpo tirado de José Antonio en el pavi­mento.

José Antonio salió el lu­nes de su casa en la ave­nida Simón Rodríguez del barrio La Tomatera a las 8:00 de la noche y le dijo a su mamá que iba para una fiesta. Presu­men que iba a la celebra­ción de Santa Bárbara. Se conoció que él salió junto a un amigo en un carro y de ahí la familia no supo más nada de él.

“Él sólo dijo que iba a una fiesta. Pero no dijo para qué parte. A él lo co­nocían en todos lados”, soltó Elizabeth Escalona, madre de José Antonio. Supuestamente, el jo­ven discutió con unos ti­pos en la celebración de Santa Bárbara y estos se­rían los que lo siguieron, luego de que la fiesta ter­minó y lo mataron. Aun­que la versión no ha sido confirmada.

A José Antonio lo mata­ron de una descarga de escopeta en la cabeza. El impacto fue del lado iz­quierdo, le destrozó la mitad del cráneo. El cuer­po estaba bocarriba y a unos cincuenta metros cayeron pedazos de crá­neo. El muchacho vestía un pantalón jean y una franela negra.

Un conocido de la fami­lia fue quien llamó a uno de los hermanos mayo­res del chamo para infor­marle que a José Antonio lo mataron. Los familia­res llegaron de inmedia­to hasta el sitio y confirmaron la trágica noticia.

“Él no tenía enemigos, él no tenía ni entradas policiales”, dice descon­solada la madre del jo­ven. A la señora se la lle­varon del sitio del suceso para que no viera cómo quedó su hijo.

Los familiares del joven presumen que al mucha­cho lo mataron para ro­barlo. Pues no cargaba la cartera, ni sus zapatos Nike negro con amarillo los tenían. Sólo los deja­ron con las medias. El cuerpo de José estaba tapado con una sábana.

Cuando los funcionarios del Eje de Homicidios del Cicpc llegaron para hacer el levantamiento del cadáver y colectar las evidencias levantaron la tela y sobre su rostro te­nía una toalla. A penas la quitaron todos los curio­sos se sorprendieron al ver cómo le quedó des­trozada la cabeza. Se co­noció que el móvil que maneja el Cicpc sería venganza.

“Dios santo bendito, có­mo dejaron a ese mucha­cho. Quién pudo ser ca­paz de hacerle eso”, decía una mujer y se persigna­ba.

Entre las versiones que se escucharon en el sitio decían que ya sabían quién lo mató. Supuesta­mente alguien lo vio, pe­ro los vecinos comenta­ron que en la madrugada no escucharon motos ni carros en la calle. Sólo las detonaciones.

“Por aquí no había cele­braciones de Santa Bár­bara, eso me parece ex­traño. A ese chamo tuvie­ron que traerlo hasta aquí para matarlo”, contó una vecina del sector. El joven se dedicaba al comercio. Un tío del jo­ven contó que él tenía ca­si un año viviendo en Co­lombia y que regresó al país porque el viernes era el cumpleaños de su mamá y lo quería cele­brar con ella.

José no te­nía hijos, pero estaba al cuidado de un niño de seis años. La mamá con­tó que él era quien lleva­ba la comida a su casa.

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