Euseglimar González | LA PRENSA.- “Él le agarró amor a la Policía, siempre decía que era un guerrero”, dijo con voz entrecortada Ángel Pérez, papá de Ángel Alejandro Pérez Tamayo, de 24 años, asesinado de un tiro en el costado el sábado cerca de las 8:00 de la noche en el barrio La Peña.
Ángel tenía cinco años como funcionario de la Policía Nacional Bolivariana y estaba adscrito al cuadrante 13 del barrio El Trompillo. Decidió ser policía porque su papá es Polilara y su hermano mayor también.
El sábado en la noche estaba patrullando el barrio La Peña junto a cinco compañeros que andaban en tres motos. Al parecer, vieron a unos tipos que andaban con una moto a toda carrera y decidieron seguirlos.
Los policías los estaban persiguiendo, pero en la intersección que comunica La Peña con el barrio Bolívar, los hampones los recibieron con tiros. Pérez iba de parrillero y los tiros lo alcanzaron atravesándole el chaleco antibalas. Al que conducía la moto el chaleco lo protegió.
Los demás compañeros de Ángel que iban delante se regresaron, pero los hampones huyeron en la moto. Aunque fue trasladado con vida a la Emergencia del Hospital Central Antonio María Pineda, falleció a los pocos minutos de su ingreso.
El padre del funcionario contó que su hijo salió de su casa el viernes en Yacural, le pidió la bendición y se fue de guardia. “Mi hijo siempre decía que era un guerrero”, soltó el papá de Ángel.
“Mi esposa siempre se preocupaba por él, no le gustaba cuando andaba en la calle trabajando, yo lo entendía, porque también soy policía. Uno sabe cuando sale, pero no cuando regresa”, sostuvo Pérez.
Ángel era el menor de tres hermanos. Cuentan los parientes que en la familia tienen muchos funcionarios y que quizás por eso el PNB le agarró amor a su profesión.
Compañeros de trabajo del joven abarrotaron la morgue del Hospital Central de Barquisimeto, estaban muy tristes por la fatal noticia. Lo describieron como una persona muy amigable y que era dedicado a su profesión.