Jennifer Orozco | La Prensa.– Descalza, con una falda y camisa fucsia llegó la joven madre de unos morochos tiroteados en la manzana G1 de La Sábila. La mujer gritaba desgarradoramente. “¡Quiero que me traigan al bebé. Aquí está el pañuelo con su sangre, se me murió mi muchachito!”, repetía la mujer.
Entre lágrimas, con las manos sobre la cabeza y con voz desesperada, la madre contó que ayer fue un día normal en la casa. Los morochos de 15 años de edad estaban en el patio de su casa con la puerta abierta esperando un camión cisterna.
La señora cuenta que como no llegaba el agua aún, ambos jovencitos salieron de la casa a dar una vuelta. “No quería que salieran, les dije vénganse, dejen de estar en la calle, pero no me escucharon”.
A los pocos minutos, los chamitos volvieron a entrar a la vivienda, pero miraban a la calle. Vecinos aseguran que unos tipos caminaban de esquina a esquina como cazándolos.
Recibieron el agua de la cisterna, llenaron el tanque y entraron a la casa. “Les di almuerzo, se vistieron y volvieron a salir. Yo sabía que algo iba a pasar y estaba mirando hacia afuera, cuando vi a ‘Keller’ salir corriendo”, narraba la señora.
Según su relato, luego de ver a su primer hijo correr como hacia Alí Primera con sangre en el pecho ella le gritó, pero este no se detuvo. Corriendo detrás de él fue que vio a su otro morocho tendido en el suelo con mucha sangre debajo de su cabeza.
“Como pude fui a buscar este trapito y se lo puse en la cabeza. Yo busqué un carro mamá te lo juro, pero se murió en el camino. Se me quedó grabada su cara mamá, no lo voy a poder olvidar”, le decía la mujer a la abuela de los muchachos.
Uno de los morochos, el que pudo correr, recibió dos impactos de bala en su pecho. El chamo fue trasladado al ambulatorio de Tamaca y luego al Hospital Central, donde le estaban haciendo exámenes para ingresarlo a quirófano y removerle los proyectiles.
Mientras tanto, su morocho murió al llegar al ambulatorio de Tamaca. El chamo recibió un balazo en la cabeza que lo mató a los pocos minutos.
Cuentan vecinos de La Sábila que “los morochos” eran mala conducta. No estaban estudiando y se la pasaban en la calle con algunos “rateritos” de la zona.
La madre repetía una y otra vez que ella sabía que algo malo iba a pasar, por eso no quería verlos en la calle.
Familiares llegaron al Hospital Central, todos lloraban y preguntaban por el otro morocho y la madre repetía que había muerto en el ambulatorio.
Ninguno de los familiares quiso brindar mayor información sobre los menores de edad.
Habitantes de La Sábila dicen que la cosa estaba bastante calmada después de la muerte del “Janiel”.