Euseglimar González | LA PRENSA DE LARA.- Al ritmo de la velocidad de sus sillas de ruedas, larenses siguen recorriendo el mundo y llenándose de éxitos, aun cuando las balas productos de un robo, enfrentamientos contra delincuentes o balas perdidas intentaron apagarles sus sueños.
Niños, jóvenes estudiantes, profesionales y funcionarios de seguridad son parte de las víctimas que han estado al filo de la muerte, pero la vida les da una segunda oportunidad.
Guillermo Bervins, de 35 años, es un vivo ejemplo de que los milagros existen, porque logró sobrevivir a tres impactos de bala que sufrió cuando dos criminales trataron de robarle su vehículo hace doce años en Barquisimeto.
Un impacto de bala entró por la muñeca y tuvo salida por el codo, otro debajo de la axila izquierda, el proyectil llegó hasta la vértebra cervical. Guillermo recuerda cómo aquel 28 de diciembre de 2008 dos malandros se acercaban hasta donde él estaba y aunque él trató de huir, al arrancar su vehículo, los delincuentes comenzaron a disparar en repetidas ocasiones.
«No me quiero morir, soy muy joven para morir», fue lo que pensó Guillermo apenas cayó malherido del lado del copiloto. Por un momento pensó que estaba muerto, pero comenzó a escuchar voces y luego una música, trató de moverse, pero ni sus piernas ni manos respondían.
Guillermo cursaba el quinto año de medicina en la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado (UCLA), sabía lo que podría ser su diagnóstico, pensó que lo habían herido en el cuello y por eso estaba inmóvil. Un paramédico llegó hasta la ventana del carro para saber si se encontraba con vida, como pudo habló y pidió que le colocaran un collarín y lo llevaran al Hospital Central Antonio María Pineda, al área de Neurocirugía, pero nadie le hizo caso y lo trasladaron hasta el ambulatorio del Sur.
«Pensaban que lo que me había pasado era mentira, porque era día de los Santos Inocentes. Aunque me llevaron al hospital me refirieron a la clínica Razetti, porque no tenían un respirador. En la clínica me intubaron», relató Guillermo.
Los impactos de bala habían causado daños en su cuerpo, la familia de Guillermo, quien en ese entonces tenía 23 años, estaba en vilo, siempre al pendiente y en oración, pues son una familia muy católica. Permaneció en Terapia Intensiva más de tres días, durante su estadía allí tuvieron que reanimarlo dos veces, pues entró en paro.
Lo intervinieron quirúrgicamente y el 5 de enero despertó, no podía mover su cuerpo y tampoco lo sentía. Los impactos que recibió lo dejó en silla de ruedas con un diagnóstico de discapacidad motora. Guillermo recuerda que aceptó su situación y se adaptó, pero por su mente pasaba «¿Y ahora qué hago?».
Guillermo estuvo días pensando porque no sabía qué iba a hacer con su carrera universitaria. Durante un año estuvo envuelto en medicamentos, enfermeras y terapias, durante ese tiempo avanzó, pudo mover brazos y hombros. «Aprendí a hacer cosas nuevas», comentó.
«Pasó un año antes de darnos cuenta de que ya había superado el peligro y lo tendríamos con nosotros por muchos años más. También entendimos que no volvería a caminar y que tendría una movilidad muy limitada en las extremidades superiores, pero podría hacer muchas cosas; pronto sabríamos cuántas», relató a través de una carta el padre de Guillermo.
Metas cumplidas
«Papá, ¿qué carrera crees tú que puedo estudiar?», le preguntó Guillermo, a lo que el señor sólo le respondió te vamos a apoyar en lo que decidas hacer. La misma pregunta se la hizo a su madre y ella le dijo que porque no intentaba terminar su carrera de medicina.
En la carta, el padre de Guillermo relata cómo ese día su mirada tuvo un nuevo brillo.
Guillermo comenzó entonces a preparar su solicitud de reingreso a la carrera. «Lo peor que puede pasar es que me digan que no», pensó en ese momento. Comenzó a involucrarse con la vida de la discapacidad en Venezuela y así fue como la directiva estudiantil presentó el caso en el Consejo de Facultad y pidió un derecho de palabra para el solicitante.
Tras varios meses logró la respuesta que esperaba. Decidieron el ingreso de Guillermo y ahora su meta era graduarse, aunque pasó por un camino donde tuvo que adaptarse a su nueva vida.
En el año 2013, la noticia era Guillermo. La UCLA graduaba al primer médico en Venezuela con diversidad funcional, para él y su familia fue un logro.
Guillermo, desde ese entonces se dedica a la docencia, prepara a los jóvenes que están ingresando a la carrera a través de cursos Abimed, una empresa familiar.
Violencia desatada
En Lara, durante los últimos doce años han ocurrido más de 8 mil muertes violentas, según los datos publicados por LA PRENSA. La región larense no escapa de la violencia desatada en Venezuela, donde muchas son las víctimas que resultan heridas en medio de robos o en situaciones de balas perdidas, como ocurrió el 14 de junio cuando dos personas murieron y una resultó herida por balas perdidas tras enfrentamiento entre delincuentes y funcionarios, hecho ocurrido en la parroquia La Vega, en Caracas.
Uno de los casos que conmocionó a Lara fue el de una niña de 12 años que recibió un impacto de bala en la frente, tras una bala perdida. La jovencita logró sobrevivir y ahora es una adolescente.
Eran las 10:00 de la noche del 27 de marzo de 2017, el televisor del ranchito de Eduardo Fernández, padre de la niña, estaba prendido. La hermana de «Baby», como cariñosamente le dicen, se sentó en la cama porque estaba enviando un mensaje, el brillo del televisor iluminó la cara de aquella pequeña de 12 años, tenía todo su rostro lleno de sangre. La hermana no sabía qué pasaba, sólo le gritó al papá que prendiera la luz. Minutos antes habían escuchado que una piedra había caído en el techo, pero en realidad era un proyectil que atravesó el zinc y le cayó en la frente a ella.
El hecho ocurrió en el barrio José Félix Ribas en Cabudare. La «Baby» estaba acostada bocarriba y Eduardo y su otra hija del lado contrario. Tras el golpe que hubo en el techo, «Baby» no se movió más.
Esa noche a la jovencita se la llevaron hasta el ambulatorio de Cabudare y luego la refirieron al Hospital Agustín Zubillaga. La bala estaba incrustada en el tronco de la cabeza, a consecuencias de eso perdió la movilidad de su cuerpo y el habla.
Tras varios días hospitalizada, entró a cirugía para limpiar la zona frontal donde resultó herida, pero no pudieron extraer la bala por su estado de salud. Luego de un mes fue dada de alta y continuó su tratamiento y terapias en casa. La adolescente presentó discapacidad motriz.
Un artista
Una bala dejó parapléjico al actor Humberto García Brandt después de que dos malandros le dispararon para robarlo la noche del 14 de noviembre de 2008, en Caracas. En su natal Barquisimeto, donde ahora vive, se encuentra recluido en el ancianato El Peregrino.
Dos hombres se montaron en el vehículo de Humberto, aprovechando la luz roja del semáforo, con un arma le ordenaron que continuara manejando, en una zona boscosa le dispararon en el pecho y la bala se le alojó en la columna.