viernes, 22 noviembre 2024
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Hace un año murió “Jujú” tras ser herido en una protesta

José D. Sequera | LA PRENSA.- Su cama siempre tendi­da ya no está, pues en su lugar hay un mueble. El usual ocupante de esa ca­ma, Yoinier Javier Peña Hernández (28) tampoco está: hoy, hace un año murió tras batallar por 54 días con una herida de bala infectada que le pro­pinaron en medio de una protesta antiguberna­mental, en la avenida Florencio Jiménez con la avenida La Salle.

Ataviada con un vestido verde y con las manos cruzadas sobre sus pier­nas, Yaneth Hernández, la madre de “Jujú” -como conocían cariñosamente a Yoinier-, dice que sólo espera por la justicia divi­na. “El gobierno no hará justicia a la muerte de mi “’Yoi, de lo contrario ha­ce tiempo lo fuese he­cho”, comenta con voz quebrada.

Mientras revisa las fo­tos de Yoinier en su celu­lar, Yaneth lamenta que a un “ángel” como él le pasara algo así. “Él tenía parálisis cerebral desde la infancia, era un ser inocente y lleno de bon­dad”, mantiene ella a la vez que lágrimas caen por sus mejillas sonroja­das.

“Jujú” fue herido el 10 de abril del año pasado más allá de las 8:00 de la noche cuando quedó en medio de una lluvia de balas que provenían pre­suntamente de una ca­mioneta roja pertene­ciente a supuestos grupos colectivos chavistas.

Se suponía que estaba volviendo a su casa ubi­cada en el barrio El Car­men.

Sobre las circunstan­cias, Yaneth sigue res­pondiendo lo mismo que respondió hace un año. “No sé qué fue exacta­mente lo que ocurrió. A mi llamaron después de las 9:00 de la noche para decirme que él estaba en el Seguro Social muy grave y me lancé hasta allá”, narra.

Recuerda que al llegar al hospital Pastor Orope­za, vio a su hijo en una camilla sin ser atendido. La herida -ubicada en el intercostal derecho-, san­graba produciéndole un dolor terrible que lo ha­cía gritar a todo pulmón.

Con ayuda del diputado de la Asamblea Nacional, Daniel Antequera, la ma­má de “Yoi” lo trasladó hasta el Hospital Central donde no fue atendido sino hasta la mañana del 11 de junio. Allí fue intervenido quirúrgicamente dos veces, durando unas 10 horas en pabellón pues la bala le había perforado el co­lon y le causó daños en lacolumna vertebral, que­dando postrado en la ca­ma 23 del piso cuatro delHospital Central con unasonda en la que hacía sus necesidades.

Fue ese día que inicia­ron los días de hospitali­zación de Jujú, en losque su madre nunca seseparó de él. “Estuvehospitalizada por 54 díasjunto a Yoinier, yo lolimpiaba, le hacía losejercicios, todo. Nuncame separé de él”. En los primeros cinco días tras las operaciones,el miedo a las multitudes y a los militares hizo que Peña no durmiese en ningún momento. Aun­que él no hablaba, le ha­cía saber a Yaneth por se­ñas que no quería dor­mir por “miedo amorirse”.

La preocupación de sufamilia de lograr conse­guir los más de diez me­dicamentos que él nece­sitaba les trajo mucho es­trés. La intervención de organizaciones sin fines de lucro, donaciones de personas anónimas, y ayudas por parte del go­bierno regional y muni­cipal les sirvió como una bocanada de aire fresco, aunque también tenían presente que él estaba bajando de peso.

Su estadía en piso y Cuidados Agudos, hicie­ron que una bacteria in­fectara las heridas (tantode operación como de bala) contribuyendo a sudeterioro de salud. Tras dos días en estado grave, el 3 de junio a las 3:00am, las máquinas a lasque Yoinier estaba co­nectado indicaban quehabía dejado de respirar.

Yaneth agradece la ayu­da recibida durante su hospitalización, aunque sigue pensando que “si hubiese conseguido to­dos los antibióticos, él estuviese vivo. Mi Yoi era un hombre fuerte con muchas ganas de vi­vir, pero simplementeno hubo suficiente tiem­po”.

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