La figura del escoltas era sinónimo de protección y seguridad, pero se transformó en un blanco fácil para la violencia que azotaba a Venezuela entre 2010 y 2015. Decenas de estos profesionales fueron asesinados en aquellos años, dejando un rastro de dolor y un vacío en la defensa de quienes protegían.
Los escoltas, portadores de armas de fuego y que usan vehículos automotores, se convirtieron en personas expuestas a los criminales y bandas delictivas en el país. Los motivos de los asesinatos eran variados, pero el peso recaía sobre el robo, ajuste de cuentas o simplemente desarmar a un «potencial enemigo».
Esos años en Lara se registraron al menos 15 homicidios de escoltas. Uno de los casos ocurrió el 1 de agosto de 2010, era un funcionario que se dedicaba a proteger a Érika Farías, política con cargo público.
El crimen ocurrió en la carrera 17 entre calles 52 y 53 de Barquisimeto, a la víctima intentaron despojarlo de sus pertenencias y al poner resistencia, uno de los criminales le disparó. El cuerpo del hombre cayó sobre el pavimento muy cerca de su camioneta.
La ola de asesinatos de escoltas tuvo un impacto en los venezolanos, quienes sentían sensación de inseguridad. Desde 2010 hasta 2012 cuatro fueron asesinados. En el año 2013 un nuevo caso volvió a sacudir al estado Lara.
A Irán José Mendoza Medina, de 29 años de edad, que se desempeñaba como escolta del personal de Mercal Lara, lo mataron para robarle su pistola, un anillo y una cadena de oro.
El hombre estaba junto a su esposa dentro de su camioneta en la urbanización El Parque, al este de Barquisimeto, pero se detuvo a pocos metros de un colegio que queda por la zona porque quería comprar un cuadro de un artista para decorar su hogar.
Justo al momento en el que se bajaba de su camioneta, dos hombres a bordo de una moto lo encañonaron y, al parecer, el escolta se resistió al robo y los criminales le dispararon dos veces, una en el cuello y otra en el pecho.
Al verlo malherido, los delincuentes lo despojaron de su arma 9 milímetros, el anillo y cadena de oro, para luego huir.
Todo ocurrió bajo la mirada de su esposa, que al momento de verlo malherido en el piso gritó por ayuda y como pudo lo montó en el carro y manejó hasta la Emergencia de la Clínica Canabal. Fue ingresado de inmediato a quirófano, pero no resistió y murió.
Los compañeros de Irán lamentaron su muerte y muchos de estos profesionales decidieron colgar sus uniformes y dedicarse a otros oficios por temor a ser víctimas de la violencia.
Muchos de los que se dedican a proteger a personas están adscritos a cuerpos de seguridad, mientras que otro grupo se formó a través de estudios.
En esos años, ser funcionario de seguridad en el país era un oficio de alta peligrosidad y más si ejercían la seguridad privada. Desde 2012 hasta 2015, alrededor de 54 escoltas fueron asesinados para despojarlos de sus armas, vehículo u otras pertenencias.
Escoltas muertos hace 10 años
Frank Enrique Torrealba, de 33 años, quien era sargento mayor de Tercera y escolta de Orlando Miranda, que para el año 2014 era diputado del Consejo Legislativo del estado Lara (CLEL), fue asesinado por un par de motorizados, en la carrera 27 entre calles 12 y 13.
Frank se detuvo en la carrera 27 porque iba a sacar dinero de un banco. El diputado lo esperaba en el carro y a los pocos minutos, cuando caminaba hacia el carro, fue interceptado por dos malandros, quienes lo despojaron del dinero y al ver que cargaba un arma no le dieron chance de que él se defendiera y le dispararon en la cabeza.
Al caer al piso, el criminal le disparó nuevamente y le quitó el arma, huyendo a toda velocidad.
Al sitio llegó el Eje de Homicidios del Cicpc para hacer las experticias e interrogar a testigos. Se conoció que a Frank lo asesinaron con un revólver, porque en el sitio colectaron un proyectil.
Las cámaras de seguridad e interrogatorios a testigos fueron parte de las evidencias que llevó al Cicpc a dar con los responsables.
En tiroteo
En el año 2015 fueron varios los casos que se registraron en el estado. Uno de esos fue el crimen de José Luis Medina Gil, de 35 años, tenía 12 años trabajando como escolta.
El día del hecho, minutos antes de su muerte, había visto a unos hombres sospechosos, por lo cual dio parte a funcionarios de seguridad para que estuviesen atentos y se fue a desayunar sin su compañero.
Se supo que justo en ese momento, cuando estaba en la puerta, fue interceptado por dos delincuentes, quienes intentaron despojarlo del arma que portaba, una pistola Glock, 9 milímetros.
En medio del tiroteo, el escolta logró herir a uno de los criminales, un adolescente de 17, pero el otro hombre le disparó a quemarropa, en el brazo, por un costado y en el tórax, con un revólver calibre 38 milímetros.
El delincuente arrastró al herido hasta una casa para resguardarse, mientras que José Luis murió desangrado.
Las cifras de homicidios seguían en aumento para ese año. La inseguridad cada día arropaba a los larenses y aunque los cuerpos de seguridad trataban de bajar los índices, los robos a mano armada no paraban.
En noviembre de 2015, Jesús Alfredo Camacaro Angulo, de 25 años de edad, fue asesinado en la carrera 16 con calle 46.
El cuerpo del joven escolta quedó tendido sobre la acera, su padre, quien fue uno de los primeros en llegar a la escena del crimen lloraba desconsoladamente y gritaba «hasta cuándo se va a derramar sangre en este país».
En cinco años, personas que se dedicaban a proteger a altos funcionarios del Gobierno nacional, empresarios y comerciantes fueron blanco de la delincuencia que dejó a muchas familias larenses de luto y en algunos casos, los responsables de los homicidios no pagaron con cárcel.
El hampa los atacaba para robar sus armas
En la mayoría de los casos, no era mientras ejercían su trabajo que mataban a los escoltas en el país, era cuando portaban un arma.
De 2010 a 2015, quienes ejercían la labor de escolta trataban de estar bajo perfil en las comunidades donde residían, esto para que los delincuentes no se enteraran de que portaban armas de fuego, pues si esto ocurría ellos serían un «objetivo» de criminales.
Fuentes policiales indicaron que algunos delincuentes mataban a oficiales o escoltas, sólo por el hecho de ser un «enemigo» para ellos.
A diferencia de otros países, los escoltas en Venezuela son civiles, para ser contratado como escolta sólo hay que tener la confianza del cliente y una licencia de porte de arma.
Existen escuelas públicas y privadas para escoltas y muchos de ellos son entrenados en la fuerza pública. Actualmente, este perfil lo cubren los funcionarios de diferentes cuerpos policiales.