Gabriel Grisanti | LA PRENSA.- Dentro de seis días, Kendri Xavier González Utrera iba a cumplir 30 años. Él es una de las 12 víctimas de la masacre de Barlovento, en el estado Miranda que fueron detenidos arbitrariamente por militares en una OLP el pasado 15 de octubre sin órdenes de aprehensión, ejecutados y lanzados en una fosa común.
Vivía en una humilde vivienda situada en la calle 3 con carrera 3 de la urbanización Daniel Carías Lima, en la parroquia Cabudare del municipio Palavecino. El ministro de Interior y Justicia, Néstor Reverol informó el pasado 25 de noviembre de la masacre y la detención de 11 militares acusados de enterrar a los jóvenes. El defensor del Pueblo, Tarek William Saab prometió que no habrá impunidad.
Kendri Xavier había viajado el 12 de octubre desde Cabudare, donde vivía desde que tenía siete años, al sector Los Fernández, una comunidad rural del municipio Acevedo para visitar a su madre, Ingrid Coromoto Utrera.
Su padre, Richard Antonio González, de 51 años, conversó ayer con La Prensa vía telefónica justo antes de entrar a una misa de Acción de Gracias para pedir por su descanso.
Contó que su hijo no regresó el 15 porque se sentía enfermo. Una comisión del Ejército entró a la vivienda de su mamá, lo despertó y se lo llevó. La familia no supo nada del joven, quien trabajaba como conductor de rapidito en una línea de La Ceiba, hasta que les notificaron del hallazgo de las fosas comunes con cadáveres con una data de muerte de mes y medio.
Ayer, su padre expresó indignación y rabia. Desea ver tras las rejas a los culpables, de ser posible, en las cárceles más candelas del país. Justo ayer se celebraba la audiencia preliminar a los 11 militares detenidos por la masacre.
“Quiero que le den medida privativa de libertad a esos vagabundos, en Yare I, II o en El Rodeo”. “Lo que hizo esa gente (los militares) fue con premeditación y alevosía, porque ellos antes de matarlos ya los habían mandado a una fosa común”, dijo. No quiere que esta masacre quede impune.
“¿Qué me puede importar que me amenacen o vayan a amedrentar como quieren hacerlo? Con el apoyo de los medios de comunicación no nos pueden parar”.
González relató que la mamá del joven no tuvo valor para reconocer el cuerpo, en avanzado estado de descomposición. “Le hicieron prueba de ADN, pero la insistencia nuestra era verlo para estar seguros. Yo pasé porque su madre no aguantó. El estado en que quedaron fue bárbaro”.
Kendri fue sepultado ayer a las tres de la tarde en un cementerio en el kilómetro 12 de la vía hacia El Junquito, municipio Libertador del Distrito Capital.
Kendri estaba casado, deja dos hijos: una hembra y un varón. Su madrastra, Moraima González, también dijo ayer a La Prensa en su vivienda de Cabudare que era un joven muy colaborador y cariñoso. Tenía dos hermanos de crianza llamados Darwin Alexander y Rinhard, de 18 años, quien dio luz a su sobrina el mismo día que entró González a la morgue de Bello Monte (Caracas) a constatar que allí había sido ingresado su hijo.