viernes, 22 noviembre 2024
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“El amor de ellos era enfermizo”

Euseglimar González LA PRENSA.- Un amor que los llevó a la muerte. Una dama de 36 años fue asesinada de un disparo en la cara por su expareja, quien luego de matarla se llevó el arma de fuego a la cabeza, justo en la sien y se suicidó. El hecho ocurrió ayer en la mañana en Barrio Unión. El tipo se quitó la vida luego de pedirle la bendición y frente a su padre.

La mañana estaba tranquila. En las calles no había casi nadie. Los católicos de la zona salieron a las 7:00 de la mañana a la misa, pero a las 8:10 de la mañana, aproximadamente la tranquilidad fue irrumpida por dos detonaciones, relató una vecina ayer en el sitio del suceso.

Franyely Pastora Medina Galíndez, de 36 años, fue asesinada por su expareja Gustavo Pérez Chirinos, de 30 años, dentro de una vivienda en la carrera 4 entre calles 17 y 18 de Barrio Unión.

“Papá écheme la bendición”, fue lo último que dijo, supuestamente, Gustavo, conocido como el “Gordo”, después se llevó la pistola hasta la cabeza y se disparó. La mujer quedó tirada en la cama con la cara llena de sangre, la bala penetró por la región molar, así relató la escena del crimen un allegado a la familia Pérez.

El hecho fue en la parte de arriba de una vivienda tipo anexo, al parecer, era donde dormía Gustavo. Relatan que Franyely fue hasta la casa de Gustavo en donde vivía con sus padres y llevó a sus dos hijos para que compartiera con la familia. Hasta una piscinada tenían los pequeños. Se supo que el hombre tuvo una discusión con la mujer y la golpeó en la frente con la cacha de una pistola, y luego le disparó.

Caminando rápido, agarrada de manos de dos mujeres llegó la mamá de Franyely llorando a la escena del suceso. La mujer lloraba desesperada y gritaba. “¡Mi hija, no, mi hija, esa lacra me la mató!”, gritaba la mujer. En medio del dolor la dama decía que ya era el segundo atentado que sufría su hija. “¿Dónde están los niños, dónde están?”, buscaba con la mirada a sus nietos.

Los gritos y las caras de tristeza fueron al momento en que sacaron a los dos cuerpos con sábanas ensangrentadas. La calle estaba full de curiosos y conocidos de la pareja.

“El amor de ellos era un amor enfermizo. Peleaban a cada rato y dicen que él la golpeaba. Cuando se separaron, él lo único que hacía era tomar porque estaba despechado”, contó una vecina del sector.

En diciembre de 2016 la pareja decidió separarse y, supuestamente, estaban en proceso de divorcio, detalló un amigo de la familia. En la casa cuando ocurrió el crimen estaban el padre de Gustavo y los niños de la pareja que sólo tienen 10 y 3 años.

Después de la separación, a “Gustavito” se le veía en la licorería del barrio tomando todos los días, decían ayer los vecinos. La casa estuvo resguardada por Polilara hasta que llegó una comisión del Eje de Homicidios del Cicpc para comenzar a colectar las evidencias.

Cuando sacaron los cuerpos, el hijo de la pareja de 10 años lloraba y sólo decía “mamá, mamá” mientras abrazaba con fuerza a su abuela. La familia de Franyely montó al niño junto a la pequeña de 3 años en un carro y se los llevaron.

“El diablo anda suelto, Dios nos cuide”. No puedo creer que Gustavito haya hecho eso. Él era un hombre muy tranquilo y querido en el barrio, todo el mundo lo conocía”, sostuvo una vecina.

Según una fuente policial, en el sitio quedó un revólver, dos conchas de balas y dos balas sin percutir. Los cuerpos fueron trasladados hasta la morgue del Hospital Central.

Franyely era abogada y, supuestamente, trabajaba en el Ministerio del Ambiente. Mientras que Gustavo era comerciante. Aunque algunos vecinos comentaron que “era brujo”.

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