Jennifer Orozco | LA PRENSA.- Había conseguido estabilidad en Yaracuy y por su hijo se quedó trabajando allí. Pero el viernes unos choros entraron a donde estaba trabajando como vigilante y lo asesinaron en medio de un atraco.
Ernesto Rafael Medina Barrios, de 25 años, había trabajado en Lácteos Yaracuy en San Felipe como vigilante, pero como estaba lejos de
su familia que reside en El Jebe, decidió buscar algo más cercano.
Vía Coco ‘e Mono, en el sector Agua Linda de Yaritagua, encontró un trabajo, igual como oficial de seguridad, pero esta vez en una granja
de pollos. Ya tenía siete meses laborando en el mismo sitio, estaba fijo y con buen sueldo, mantenía a su esposa e hijo de un año.
Trabajaba con otro compañeros todas las noches de 6:00 de la tarde a 6:00 de la mañana del siguiente día. Pero su compañero renunció
el jueves para irse a otro trabajo y lo dejó solo.
El viernes montó guardia solo, pero con la mente en que el sábado contratarían a alguien más que lo ayudara. Sin embargo ese mismo día, unos choros entraron a la granja a robar.
Al parecer el joven vigilante forcejeó con los choros y le propinaron un disparo en la cabeza.Falleció entre las 7:00 y 9:00 de la noche. Su
jefe lo halló muerto a las 10:00 de la noche, luego de que alguien le diera el pitazo de que en su granja se habían escuchado disparos.
Al parecer de allí se robaron algunas cosas que no fueron especificadas por sus familiares. Los padres de Ernesto estaban muy afligidos.
Sólo tenían dos hijos y Ernesto era el menor.