Cuando el pasado martes 11 el autoproclamado Juan Guaidó presentó su fulana propuesta para salvar a Venezuela, hasta sus más cercanos seguidores, la consideraron como una desesperada acción, para mantenerse vivo en la política.
Con alardes de fanfarrón se presentó diciendo que aceptaba dialogar con el Presidente Nicolás Maduro, de igual a igual. Despropósito que no tiene parangón. En su desvarío no ha logrado enterarse que, veintidós partidos que conforman la Alianza Democrática, decidieron participar en el proceso electoral del 21 de noviembre próximo. Que sus aliados, no forman parte de la misma. Que no los quieren, para que no les dañen «la sopa».
Con la orfandad del autoproclamado se constata que, la derecha apátrida no conoce la realidad nacional. No conoce al pueblo venezolano. Que no ha logrado entender que, a partir de 1999, se ha ido construyendo una nueva Venezuela.
Se constata, asimismo, que cualquier amateur, cualquier «chongo», no puede llegar a ser dirigente, mucho menos líder. Y, precisamente, ante el colapso del régimen partidocrático de finales de la centuria pasada, la derecha nacional e internacional, en su afán de volver a «ponerle la mano» a la Patria de Bolívar y Chávez, convirtieron a unos yuppies, inundados de narcicismo, en dirigentes políticos.
Pero, sobre todo, la orfandad del autoproclamado, constata que la política nacional es asunto de los venezolanos. Que el pueblo venezolano, con la mayor dignidad, se ha mantenido firme en la defensa de la Patria. Postura que no puede ser concebida como un ítem más, en el curso de estos veintiún años de la Revolución Bolivariana.
Su orfandad es tal que la Unión Europea, desde enero del presente año, pasó a considerarlo como «interlocutor privilegiado». Y, el cartel de Lima, ante la grave situación política que viven sus países miembros, guarda un silencio absoluto.
Pero, lo más revelador de la orfandad del autoproclamado, ha sido la noticia de que el gobierno de Joe Biden le ha puesto plazo hasta el 1 de diciembre, para que derroque al Presidente Nicolás Maduro o, en caso contrario, dejaran de reconocerlo. Información que no ha sido desmentida ni por el Departamento de Estado de los EEUU, ni por ningún vocero de la oposición apátrida, terrorista y entreguista. En su orfandad Juan Guaidó, el autoproclamado, no encuentra su «Chapulin Colorado». Antonio Ledezma, Julio Borges, Manuel Rosales y Henry Ramos Allup, sus otrora espadachines, ante su incendio, también lo dejaran solo.
Escrito por : Rodrígo Cabezas
Twitter: @HugoCabezas78