A propósito del inicio de la agenda legislativa de nuestra nueva Asamblea Nacional, en el país se han desarrollado numerosos debates para dar cumplimiento a la consulta pública de la Ley Orgánica de Ciudades Comunales.
Se trata de una ley, sin dudas, novedosa y que ha desatado importantes polémicas entre quiénes defienden, abierta o disimuladamente, la distribución política territorial en estados y municipios gestionados por gobernaciones y alcaldías, frente a quiénes desde hace muchos años, labran con su esfuerzo, contra viento y marea, el surgimiento de nuevas formas organizativas más ajustadas al desarrollo propio de la Revolución Bolivariana y el socialismo venezolano, hoy expresadas en los auténticos y genuinos consejos comunales y su expresión superior, las comunas.
En el marco de esas contradicciones que limitan políticamente el avance más decidido de la Revolución Bolivariana, el proyecto de ley conceptualiza a la ciudad comunal como: «una instancia constituida por iniciativa popular, mediante la agregación de comunas en un ámbito territorial determinado…». Ante ello dejamos abiertas en este gran debate las siguientes preguntas: ¿Este proceso es una discusión sólo por moda y urgencia del poder constituido, o son las ciudades comunales una iniciativa popular? ¿Cuántas comunas agregadas hoy, son capaces por sus fortalezas sociales y económicas de trascender realmente y dejar atrás las viejas formas del poder constituido en el territorio? ¿Cuáles competencias serán transferidas a la ciudad comunal? ¿Necesitamos ciudades comunales tuteladas por alcaldías y gobernaciones?
Prosigue la ley precisando como propósito fundamental de las ciudades comunales «el desarrollo pleno de la democracia participativa, protagónica y el principio de corresponsabilidad en la gestión de políticas públicas…». Siendo así, debemos asumir a las ciudades comunales, como los espacios propicios para que sus ciudadanos y ciudadanas expresen la conducta Chávez, caracterizada por la irreverencia ante el poder constituido, el cual no se deja doblegar. Aspiramos que se siembre como semilla fértil en cada ciudad comunal, el carácter irreversible de la Revolución Bolivariana. Sin embargo, para que ello se concrete es necesario y urgente una nueva manifestación de poder de elección, gestión y determinación de políticas públicas, así como el control de sus resultados en manos de éstas instancias.
Es responsabilidad de quiénes hoy tenemos una tarea política encomendada por la mayoría del pueblo venezolano, ser garantes de que el tránsito a una sociedad más justa e igualitaria, sea construido por el principal protagonista de la Revolución Bolivariana: el pueblo de Venezuela, en quién reside intransferiblemente la soberanía nacional, como lo consagra nuestra Constitución. Vamos pues, junto a los ciudadanos y ciudadanas comunes a construir verdaderas ciudades comunales.
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