Sigue corriendo el tiempo y el país sigue deteriorándose aceleradamente, desde 2015 hemos vivido momentos de «relatividad política» debido al control institucional y territorial que ejerce la administración Maduro. Pero también es cierto que hemos tenido momentos de coyuntura critica debido a las protestas opositoras desde la misma fecha.
Desde la óptica anterior, podemos afirmar que el conflicto político venezolano se muestra como un problema de duración indefinida.
En días pasados comenzó un «nuevo» proceso de dialogo en tierras mexicanas auspiciado por los Estados Unidos, Inglaterra y la Unión Europea por un lado y por el otro, Rusia y China. El proceso actual busca diferenciarse de los anteriores presentando un enfoque multilateral, a diferencia de los ejercicios anteriores que estuvieron signados por acciones unilaterales de la administración Trump.
El enfoque multilateral procura construir la mayor cantidad de consensos, allí radica su mayor fortaleza y al mismo tiempo su principal debilidad puesto que los actores pueden crear nuevos issues en la dinámica, para (al menos) retrasar la posibilidad y capacidad de promover cambios sustanciales que conlleven a la democratización del país. En este orden de ideas, cabe acotar que lo primero que protegen los actores en un escenario inicial como el actual es proteger los intereses de los actores que por sus características le ofrecen sostenibilidad a las coaliciones que representan.
Es una cuestión de costos asociados a la decisión de sentarse a negociar.
Así pues, la eficiencia del multilateralismo será exitoso en la medida que logre combinar legitimidad y eficacia para resolver los temas económicos y sociales que agreden a la población venezolana, creando posibilidades para dejar ver un panorama de libertad financiera para la ciudadanía que supone cambios estructurales en materia constitucional e institucional.
Palabras mas, palabras menos, el dilema de la negociación estriba en la siguiente expresión: Si los actores van a la mesa pensando exclusivamente en el terreno electoral será muy difícil avanzar en los grandes temas. En contraste, si los actores van con una visión un poco mas amplia trataran temas asociados al sistema político que implica reformas constitucionales para equilibrar las capacidades entre los poderes públicos lograran entenderse en términos de gobernanza y gobernabilidad.
Por los momentos, discreción y cautela deberían ser los apellidos del dialogo.
Para terminar, es de importancia capital que los encuentros generen respuestas rápidas a los malestares que agobian a la sociedad venezolana como mecanismo para aumentar la expectativas y hacer crecer la confianza de los venezolanos en un país signado por una crisis económica hiperinflacionaria, con graves consecuencias humanitarias en amplios sectores de la población.
Políticamente hablando todo consecuencia del autoritarismo, que en este punto de la historia gana terreno en el mundo disfrazado de populismo.