En política hay palabras que tienen un significado diferente al que gramaticalmente suele asignársele. Significado que se adquiere en el fragor práctico de ella. Así, por ejemplo, se suele decir que: en política, no hay cadáveres insepultos; los derrotamos, pero no los hemos vencido; no hay enemigo pequeño.
La palabra no puede ser entendida sólo como un sonido que nos permite comunicarnos. Es mucho más que eso. Nuestras reflexiones y pensamientos tienen su origen en la palabra. Ella está metida muy dentro de nosotros. Forma parte, no solo, de nuestro ser social, sino de los sentimientos espirituales que albergamos. Por esta razón, a las palabras, más allá del sentido particular que le asignamos, debemos saber que ellas forman parte de un contexto amplio.
En tal sentido, imaginar la política como un concepto -y como una praxis- que trasciende su, casi exclusivo, relacionamiento con el poder, será posible si lo hacemos a través de la exploración de nuevos aspectos gnoseológicos que le confieran una mayor y más actual dimensión. Que dé respuesta a los problemas políticos que ocurren en la actualidad.
¿Por qué estas reflexiones?
Porque, si bien es cierto que, durante estos veintiún años de Revolución Bolivariana, hemos tenido que enfrentar difíciles y variadas agresiones; que es verdad, asimismo, en estos enfrentamientos hemos derrotado a los enemigos de la Revolución Revolucionaria. No podemos gritar victoria.
La presente coyuntura política nos dice que, el Presidente Nicolás Maduro, cada día se consolida más como Jefe del Estado venezolano. Que las directrices políticas, en las más diversas áreas gubernamentales, cada vez son más exitosas. Que avanzamos en el fortalecimiento del poder popular para el establecimiento del Estado Comunal. Que hemos logrado sobreponernos a las criminales medidas coercitivas, que nos han impuesto los gobiernos supremacistas de Estados Unidos y sus cipayos. Que la oposición golpista y terrorista está reducida a su mínima expresión. Que el gobierno de Joe Biden y la Unión Europea, ante nuestros avances, se han visto obligados a recular en sus prácticas injerencistas. Nos dice que somos un pueblo y un gobierno triunfador. Ello nos contenta, pero debemos ir más allá. Por lo que, cuando hayamos construido la Patria Socialista, será que podamos gritarle al mundo que los hemos VENCIDO.
Escrito por: Hugo Cabezas& ;
Twitter: @HugoCabezas78