LA PRENSA DE LARA.- El castigo es, técnicamente, una operación empírica con la finalidad de reducir la frecuencia en que aparece una respuesta. En otras palabras, si se necesita que algo deje de pasar, el castigo es el mecanismo para que disminuya o desaparezca. En lo personal, considero que el castigo es una herramienta que, bien utilizada y dejando las emociones a un lado, permite mejorar la conducta, dando el paso a comportamientos que permitan a los individuos poder funcionar correctamente en una sociedad. Durante mucho tiempo, para la etapa infantil, se asocia la palabra castigo como una forma de dar una reprimenda física consecuencia de un acto, pero el castigo tiene muchas formas, entre ellas, el físico. Recuerdo cuando de niña constantemente me decían mis padres que debía cuidarme de las tomas de corriente (enchufes) y hasta que no lo comprobara por mí misma, no iba a aprender. Igualmente, con la olla con agua caliente, hasta que no me quemara, no iba a saber lo que ocurriría, así me lo dijeran muchas veces antes. Efectivamente, aprendemos por la experiencia; vemos la consecuencia de nuestros actos y entendemos que nuestros padres quieren lo mejor para nosotros al advertirnos al respecto. Esto viene a ser una corrección indirecta, ya que no son nuestros padres quienes nos corrigen, pero las consecuencias pueden ser muy diferentes si el infante se quema dejando cicatrices para el resto de su vida o causando la muerte por electrocución. Entonces, quienes han vivido una experiencia más extrema serán más temerosos e implementarán otras técnicas, como, por ejemplo, la corrección por medio del castigo físico. El problema con los actos que generan dolor físico, como las tundas, cachetadas, pelas, etc., es que se considera como un irrespeto a los derechos humanos, además, según la psicología moderna, en muchos casos no se consigue el cambio de conducta esperado, provocando otros resultados adversos. Sin embargo, en conversaciones con personas a quienes se les ha corregido con mecanismos de dolor físico, han aclarado que, gracias a esas correcciones oportunas, en retrospectiva, sienten que evitaron conductas que los hubiesen llevado a situaciones perjudiciales. Cambiar castigar por corregir. Lo que actualmente trabajamos con padres y madres en orientación familiar, buscamos mecanismos que eliminen el castigo físico, entregando herramientas alternativas que provoquen un resultado esperado. Hacer una corrección con Amor. En la próxima entrega ahondaremos en este tema extenso pero interesante
Por: Emilin Piña& ;
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