miércoles, 1 octubre 2025
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Venezuela tiene tres fallas sísmicas principales y más de 30 secundarias

El sistema principal de fallas sísmicas en Venezuela puede provocar sismos de hasta 7 de magnitud.

Ocho de cada 10 habitantes de Venezuela residen en zonas consideradas por la Fundación Venezolana de Investigaciones Sismológicas (Funvisis), de alto riesgo sísmico, porque históricamente es el territorio donde se han registrado más terremotos desde 1530, ya que pasan por él las tres fallas geológicas principales: la falla de Boconó que inicia en la depresión del Táchira, cerca de la frontera con Colombia y atraviesa la Cordillera Andina, a la que pertenece Lara, la falla de San Sebastián que atraviesa la zona central y la falla El Pilar en el oriente que afecta al estado Sucre.

Feliciano De Santis, presidente de la Sociedad Venezolana de Geólogos, indicó que además de este sistema principal de fallas, el país tiene más de una treintena de fallas secundarias.

«Venezuela está en el límite de dos placas tectónicas: La placa Caribe que bordea la parte noroccidental y la placa Suramericana que bordea el resto de Venezuela. Esas tres fallas geológicas delimitan con esas dos placas, pero a su vez eso genera una zona de deformación de unos 100 km de ancho, donde vive la mayoría de las personas. Entonces tenemos una ecuación de amenaza y vulnerabilidad constante, por el alto riesgo sísmico», precisó.

Venezuela tiene tres fallas sísmicas principales y más de 30 secundarias

¿Cómo se mueven?

Las investigaciones de Funvisis y de geólogos, de acuerdo a los movimientos telúricos recientes, han determinado que las tres fallas geológicas tienen un potencial máximo para ocasionar un terremoto de siete de magnitud, y se mueven de manera transversal. La placa Suramericana se mueve relativamente hacia el oeste y la placa del Caribe hacia el este.

«Imaginemos que estas placas son dos bloques. Si una persona se para en el bloque que tiene al frente, este se mueve a la derecha, y si se voltea se mueve también a la derecha (el bloque opuesto se mueve hacia la derecha del observador). Por eso decimos que son fallas dextrales, son fundamentalmente horizontales, son fallas de desgarre donde los bloques se mueven lateralmente», detalló De Santis.

En el mundo hay otras fallas sísmicas, como el Cinturón de Fuego, en el océano Pacífico, donde ocurre la mayor parte de la actividad sísmica y volcánica del planeta. Es una zona de subducción; es decir, que una placa tectónica se desliza o se hunde debajo de otra.

Funvisis indica que un sismo se da cuando a lo largo del sistema de fallas geológicas se genera un roce que impide el movimiento de las placas. «Al no poderse detener el avance de las placas y una vez vencida esta resistencia, se genera un sismo», reseña la institución.

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Zona más riesgosa por fallas sísmicas

El oriente de Venezuela, específicamente el estado Sucre, pasa la falla El Pilar, considerada la zona de mayor peligro sísmico de Venezuela, por la frecuencia en que allí se registran movimientos telúricos.

«El último terremoto registrado en el país fue el de Cariaco, en 1997 de magnitud 6.9. La misión que evaluó los daños de la ruptura de la falla El Pilar, determinó que todos los sismos que se han registrado ahí, prácticamente han roto todo el estado Sucre. Es decir, ya allí se ha liberado suficiente energía sísmica», refirió el presidente de la Sociedad Venezolana de Geólogos.

En las otras dos fallas sísmicas, el último terremoto registrado en San Sebastián fue el de Caracas en 1967, de magnitud 6.7 y el más reciente de la falla de Boconó fue en El Tocuyo en 1950, de 6.3.

Una «zona de silencio»

El geólogo, Feliciano De Santis, indicó que aunque ciudades como Barquisimeto están afectadas por la falla de Boconó, la sismicidad es «pobre».

«A mí me preocupa Barquisimeto, porque es una zona muy quieta. Por ahí pasa la falla Boconó, pero el último sismo ocurrió el 26 de marzo de 1812 que cobró miles de vidas. Desde ahí no se ha sabido más nada. Es un área que yo llamo zona de silencio, porque no sabemos si es una zona que está acumulando energía o ya está a punto de liberarla. O sencillamente es el comportamiento del sitio y tiene período de retorno de terremotos más alto», especificó.

Barquisimeto es una zona con un riesgo alto de sismicidad; sin embargo, el eje urbano que se comenzó a construir en 1950, se hizo tomando en cuenta las especificaciones técnicas sismorresistentes. A partir de 1982 con más énfasis, con la creación de la Norma Covenin 1756.

«La ciudad ha registrado réplicas de temblores y hasta ahora ninguna estructura ha colapsado, quiere decir que se cumplió con la norma para desarrollar estructuras antisísmicas», indicó Ronald Arias, presidente de la Cámara de Construcción de Lara. Además, tanto Barquisimeto como el municipio Palavecino son dos de las seis ciudades de Venezuela que cuentan con ordenanzas de microzonificación sísmica, un trabajo técnico-científico desarrollado por la UCLA y Funvisis, que identificó y caracterizó los diferentes períodos de vibración del suelo por donde pasa la falla de Boconó.

Venezuela tiene tres fallas sísmicas principales y más de 30 secundarias

«Toda construcción moderna tiene las consideraciones sísmicas necesarias, para muestra un ejemplo, las Torres de El Sisal, que aunque no se terminaron por fallas técnicas, pasan los años y no se han caído con ningún temblor. Sin embargo, todo lo que se construyó antes de 1967 puede que requiera ser reforzado, sobre todo centros de salud y escuelas», expresó Arias.

Las zonas de mayor vulnerabilidad en Barquisimeto están en toda la parte del talud sur, porque el Valle del Turbio es una gran fosa tectónica. Esos son considerados «suelos blandos»; es decir, es donde el impacto de los sismos aumenta.

Barquisimeto tiene un caso destacado de sismorresistencia moderna, y es el edificio Pietrasanta, creado en el año 2009, al este de la ciudad. Se construyó con amortiguadores que son dispositivos que se instalan para absorber la energía de un terremoto y disipar las vibraciones.

«En el año 2019 fue la última vez que se revisó la Norma Covenin 1756 y realmente es bastante buena y cumple los estándares internacionales. En Venezuela hay tecnología para construir buenos edificios, pero lo importante es cuidar los detalles», manifestó De Santis.

Para reducir la vulnerabilidad, el experto señala que deben aumentar las campañas para que en las zonas populares se construya de acuerdo a la Norma Covenin, pues toda autoconstrucción o estructura levantada cerca de ríos y quebradas son altamente riesgosas.

La falla El Burro-Mene Grande está activa 

El temblor de magnitud 5.4 registrado el miércoles 24 de septiembre, a las 6:22 p.m., a 26.5 km al noreste de La Ceiba, y la cantidad réplicas que han ocurrido en el occidente de Venezuela a partir de esa fecha, lleva a los geólogos a concluir que se encuentra activa la falla del Burro-Mene Grande, que es una falla secundaria asociada al sistema de Oca-Ancón.

«Digamos que es un triángulo tectónico que tenemos en el occidente. Es una zona que no era característica que tuviera sismicidad. Sin embargo, nuestro mapa neotectónico indica la presencia de una falla activa, con lo cual hay la posibilidad de que se genere sismicidad. Hasta ahora hemos tenido una actividad moderada y baja», comunicó Feliciano de Santis, presidente de la Sociedad Venezolana de Geólogos.

Los especialistas si bien no pueden predecir un sismo, sí pueden analizar la geometría de las fallas sísmicas del país, y han determinado que el sismo máximo probable en esa zona es de magnitud 6, alcanzado el 24 de septiembre a las 11:51 p.m. a 45 km al este de Bachaquero.

La población de toda esa zona: Burro Negro, Mene Grande y Bachaquero, en el estado Zulia, es la que ha resultado más afectada. «Son sismos de poca profundidad, están a 5 km. Cuando los sismos son muy superficiales, las personas lo sienten muy fuerte porque el epicentro prácticamente está debajo de sus pies», refirió.

Entre los días miércoles 24 y jueves 25 de septiembre, con la seguidilla de temblores que se registró en el occidente de Venezuela, la Sociedad Venezolana de Geólogos reportó daños sólo en edificaciones muy vulnerables, rurales, de gran precariedad o antigüedad.

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