William Croes | LA PRENSA.- La movilización de los productos del campo a la ciudad es un soberano dolor de cabeza para los dueños de las unidades de producción en el estado Lara. Los puntos de control que están desplegados en distintos puntos de las arterias viales se han convertido en una especie de peajes en la cual deben aflojar una buena “pega” para los refrescos.
“Los conductores deben tener los rollitos de billetes marrones en el tablero de la camioneta para pasar liso en las alcabalas”, detalla Fernando Deivis, director ejecutivo del Consejo de Coordinación Agropecuario del estado Lara, quien cuestiona la actuación de la Guardia Nacional, porque a su juicio, son “enemigos” de los productores por el constante hostigamiento.
Productores expresan sentirse asediados por la actuación de la GN, que según ellos, está lejos de preservar la seguridad de quienes trabajan de sol a sol en los campos. “La Guardia Nacional es el peor enemigo del productor, porque en vez de perseguir a los delincuentes hostigan al productor”, expresa Deivis.
Cuando se transporta en los camiones las pacas de alimentos, gasoil para encender las máquinas y cualquier otro tipo de rubro, bajan a los conductores y pese a tener las guias de movilización en regla, los hacen perder tiempo valioso para llegar a su destino de descarga.
“Queremos que los militares se dediquen al reguardo de los productores, y no a presionar a los productores en sus unidades”, expresa Alcifredo Reyes, vicepresidente de la Asociación de Ganaderos de Urdaneta, quien pone como ejemplo la reciente inspección que hizo el alto mando de la GN a El Tunal.
Roban animales
La inseguridad está desbordada en las unidades de producción en la entidad. Productores pecuarios han venido sufriendo pérdidas millonarias debido al robo de ganado que se ha propagado, sobre todo en los municipios: Torres, Urdaneta y Simón Planas.
En Urdaneta la situación es dramática. Reyes, vicepresidente de la Asociación de Ganaderos de Urdaneta, señala que productores han sufrido pérdidas de 50% de sus rebaños debido a la sequía y al robo. Los malhechores se aprovechan del pastoreo de las reses para echar mano de los ejemplares de mejor genética y raza.
Detallan que hace un par de años atrás el robo de ganado era un móvil que se daba para vender los ejemplares en otros estados. Sin embargo, desde el año pasado, esta práctica ha cobrado fuerza, pero en vez de la venta, lo que está haciendo la gente es comiéndose los animales. Así pasó en Urdaneta, donde se comieron una novilla y luego quemaron sus restos.