William Croes | LA PRENSA.- Por los pasillos de los mercados municipales de Iribarren no circula tanta gente como hace un año. La gente ya no tiene como primera opción comprar en estos establecimientos públicos, porque no se consigue la misma variedad de víveres y ciertos productos están al mismo precio como en cualquier supermercado. Es decir, dejaron de ser económicos.
Comerciantes están que se halan los pelos por la dramática caída de las ventas. De lunes a viernes muy poca gente acude a los mercados para comprar. Abren a las 6:00 de la mañana y pese a que su horario es hasta las 5:00 de la tarde, a las 2:00 pm ya hay muchos que optan por bajar la santamaría por lo floja que está la venta.
Regidores de mercados y comerciantes con trayectoria han notado la baja concurrencia y también en las ventas. Alí Colmenárez, encargado del mercado Bella Vista, señala que semanalmente acudían mil 600 personas, pero ahora sólo van entre 750 y 800, sobre todo cuando algún comercio tiene ofertas buenas en carne de res y pollo.
“Hay días que parece que por aquí pasó un espanto y no se ve ni un alma en el mercado”, expresa Colmenárez, quien detalla que la floja concurrencia impacta en las ventas de los comerciantes que están haciendo de tripas corazón para lograr mantener sus negocios abiertos.
El desabastecimiento de productos ha hecho que el mercado pierda su atractivo. Ahora se observan negocios de venta de víveres con estantes repletos, pero de un solo producto. Se acabó la variedad, tal es el caso del negocio de Gonzalo Montilla, un comerciante del mercado Terepaima que pasó de vender 26 productos y siete tipos de granos diferentes a solamente vender, cuando mucho, nueve artículos.
Ya no hay una diferencia de precios en los productos que se venden en los mercados municipales y en los supermercados de gama alta o los propios abastos chinos.
“Un kilo de caraotas lo venden en el mercado en 3 mil 500 bolívares, y el kilo de hortalizas está entre 800 y mil bolívares, lo que no es tan económico”, expresa Olga Morejón, una señora que antes iba religiosamente una o dos veces por semana al mercado Terepaima y ahora sólo va dos veces al mes.
La escasez de productos y los precios han hecho estragos en la concurrencia de los mercados.