Osman Rojas | LA PRENSA.- Sentada en una silla de mimbre, Lisbeth Santana factura dentro de un comercial asiático el mercado de una señora. Su cabello lo lleva recogido con un moño y se limpia las manos cada vez que atiende a una persona.
“Costumbres que le quedan a uno”, dice con una sonrisa mientras dobla un pañito azul. La mayoría de personas no lo sabe, pero Santana es quizás la cajera con mayor nivel de preparación en el estado.
“Soy licenciada en enfermería”, dice si es cuestionada por su nivel de instrucción. Santana no es feliz con la realidad que le toca vivir, pero lo acepta con naturalidad. La licenciada en enfermería sabe que su historia se repite de forma constante y es que, en lo que va de año, 95 profesionales de la salud han renunciado a sus cargos en los hospitales para dedicarse a otra cosa.
Yaneth Vergara, vicepresidenta del Colegio de Enfermeras, aseguró que cada 24 horas una profesional renuncia en la red pública. La precaria condición hospitalaria y los bajos sueldos terminan siendo las razones esgrimidas por las especialistas.
Da tristeza ver lo que pasa en los hospitales, pero no podemos hacer nada. El sueldo no les alcanza a las muchachas para vivir y eso más temprano que tarde pasa factura. Nos vamos a quedar sin enfermeras en los hospitales si seguimos por este camino”, soltó Vergara.
Lo que más preocupa a las autoridades regionales es el panorama que reina en los hospitales. La diáspora de personal afecta principalmente a centros como el Antonio María Pineda o el Luis Gómez López, instituciones que han visto cómo en los últimos dos meses servicios esenciales como la Emergencia se quedan sin personal por la falta de recurso humano. “Ya no hay quien trabaje”, concluyó Vergara.