La mística define a los bomberos y demás rescatistas, quienes conscientes de los desafíos actuales recalcan la necesidad de contar con sus propios manuales para un mayor desempeño, la capacitación de la generación de relevo y el entrenamiento en torno a las nuevas tecnologías, con el fin de evitar arriesgar vidas y salvar a los lesionados.
Según Félix Vargas, de Rescate 1000 Valencia, es indispensable contar con manuales nacionales e incluso adaptados a las exigencias de cada contexto. Esto se debe a que, generalmente, suelen regirse por normas de estándar internacional, como las de la Asociación Nacional de Protección contra el Fuego (NFPA) en Estados Unidos, así como la «National Fire Protection Association» NFPA 1001, que establece los requisitos de desempeño para bomberos profesionales y voluntarios.
«Debemos protocolizar, escribir, y con todo ese registro podremos avanzar«, indicó durante su participación en el I Congreso Nacional de Nuevos Avances Tecnológicos en Rescate, Incendio y Prehospitalario realizado en Barquisimeto. Esto es crucial porque suelen enfrentar falta de dotación y de seguro médico por su exposición al peligro, e incluso investigaciones cuando se ven involucrados en accidentes.
Bomberos y rescatistas exigen actualización de protocolos y normas
Requieren la formación de nuevos profesionales, ya que la mayoría se acerca a una edad avanzada y, aunque suelen contar con voluntarios, ofrecer seguridad social e incentivos contribuye a asegurar un recurso de relevo.
Para el mayor Edinxon López Cuicas, el dominio de drones es importante. Estos suelen pertenecer a otras unidades y sirven de apoyo al cuerpo de bomberos para ubicación más precisa en los rescates.
Además de manejar vehículos eléctricos, para los cuales no hay manuales adecuados sobre cómo aislar las fuentes de alta tensión, usar el equipo de protección apropiado y comprender la configuración de la batería o el alto voltaje. Un incendio de vehículo eléctrico no es igual a uno convencional, y un procedimiento incorrecto podría resultar en la electrocución o el fallecimiento del funcionario por gases tóxicos.