REUTERS | LA PRENSA.- Los venezolanos que enfrentan una crisis económica sin precedentes saben poco sobre los puntos más detallados de las negociaciones de la deuda externa, pero esperan por cualquier solución que reduzca la escasez de alimentos y desacelere la inflación más alta del mundo.
Pocos en las calles entendieron realmente el anuncio hecho esta semana por el impopular presidente izquierdista Nicolás Maduro de que buscaría refinanciar la fuerte carga de bonos de la nación petrolera de unos 60.000 millones de dólares, cerca de 2.000 dólares por habitante.
Pero varios venezolanos entrevistados por Reuters dijeron que esperan que cualquier acuerdo entre el Gobierno y sus acreedores extranjeros libere divisas para aumentar las importaciones de alimentos, medicinas y productos básicos que en la actualidad escasean.
“De repente funciona, para que mejore el país”, dijo Johny Vargas, un trabajador de la construcción de 53 años, quien sostuvo que a menudo sólo come dos veces al día porque su salario se diluye por los aumentos de los precios. “Todo está caro. No hay comida, no hay nada. Maduro no sirve, mira como está el país”.
Hasta ahora, el gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) ha priorizado los pagos de la deuda recortando las importaciones, agravando cuatro años de recesión y escasez.
Si se llega a una renegociación de deuda podría liberar más dinero en el corto plazo para que el Gobierno compre alimentos básicos y medicamentos, la principal demanda en las calles.
Pero Wall Street es escéptico, al igual que muchos venezolanos.
“No podemos tener una buena negociación. No tenemos la credibilidad como para sentarnos y pedir”, dijo Mayerling Delgado, una contadora de 35 años, refiriéndose a las tensas relaciones con las potencias occidentales e incluso con varios países latinoamericanos.
“Entonces, sí hay que pagar”, agregó en un tono resignado en una concurrida plaza de Caracas.
Expertos alertaron durante mucho tiempo que la deuda acumulada por el fallecido Hugo Chávez era insostenible e instaron al Gobierno de Maduro a que refinanciara sus pesados compromisos.
Pero llevar a cabo tal operación ahora es casi imposible debido al caos económico de Venezuela, la falta de tecnócratas en el Gobierno, y especialmente, las sanciones que prohíben a los bancos estadounidenses participar de nuevos acuerdos de deuda venezolana o negociarlos.
NO PAGAR, ¿ES PEOR?
La mayoría de los venezolanos se resisten a la idea de un incumplimiento de deuda, lo que desencadenaría demandas de los acreedores que buscan quedarse con activos como refinerías en Estados Unidos. Eso podría hundir a la nación miembro de la OPEP, de 30 millones de habitantes, en dificultades aún peores.
“Consistentemente la población mayoritaria percibe que un default es una acción negativa que puede complicar la economía del país”, dijo el economista Luis Vicente León, de la encuestadora local Datanálisis.
Pero como muchos analistas ven un incumplimiento de pagos como algo inevitable, dado al estado lamentable de las finanzas de Venezuela, algunos creen que sería mejor pasar el trago amargo.
“¿Cuál es la ciencia de pagar algo que ya está perdido? No es lo que quiere el venezolano pero (…) no hay otra salida, lamentablemente”, dijo la esteticista Harlee Tovitto, de 42 años, quien planea emigrar pronto a Colombia porque ya no puede comprar ropa o un seguro médico para sus tres hijos.