Ana Uzcátegui | LA PRENSA DE LARA.-& ;»Creo que a nosotros todavía nos falta un poco más de dolor dictatorial para terminar valorando lo que ahorita de alguna manera no valoramos, que es el voto que todavía existe en la Constitución, y que si logramos fórmulas unitarias dirigidas por el grueso de la oposición, se pueden provocar procesos de cambios políticos. La oposición democrática no lo está valorando de esa manera porque lo ve en blanco y negro, desde el punto de vista moralista, y eso les puede servir para sentirse en paz con su conciencia, pero no les sirve para avanzar políticamente«. Ese es el análisis que Luis Salamanca, doctor en Ciencias Políticas y especialista en Derecho Constitucional, hace sobre el escenario electoral, y el nuevo dilema enfrenta la plataforma unitaria que lidera Juan Guaidó.
Advierte que desde 2015, en Venezuela comenzó un proceso de ruptura de la democracia participativa. «El régimen busca ampliar sus espacios dictatoriales, por eso hay tantos ataques a asociaciones de derechos humanos, hay más presos, porque se necesita una sociedad silenciada, de hecho ya se ha logrado avanzar controlando políticamente a través de la comida, algo que ningún gobierno en el mundo usó esto para conseguir su permanencia en el poder», denunció.
¿Por qué incrementan la persecución contra la oposición justo cuando EE. UU., la Unión Europea (UE), Canadá y El Vaticano se alinearon para lograr una negociación?
Porque Maduro vive en un mundo aparte en el cual está construyendo un nuevo modelo político, social y económico. Ahorita no cuentan con recursos, pero lo tienen firmemente propuesto, ahí está el proyecto del Estado Comunal que discute la Asamblea Nacional (AN). En ese modelo, perseguir a los que se oponen es un eslabón de la cadena del modelo político, que es dictatorial. Entonces el mundo está en otro plano, el de derechos, respeto, con unos niveles significativos de protección, que no es el caso de Maduro.
¿En qué consiste ese modelo?
En que está surgiendo una sociedad empobrecida. Los antiguos pobres son más pobres hoy, la clase media baja es más pobre que antes, es una sociedad achatada socialmente. Este modelo está inspirado en Cuba, país empobrecido sin diferencias sociales, donde hay un área de consumo VIP, que son los hoteles en dólares, los negocios internacionales donde los cubanos no pueden comprar, eso en Venezuela se llama bodegones.
¿Cómo evalúa las negociaciones que en paralelo realiza el Gobierno con una oposición minoritaria?
Después de liquidar a la MUD en el año 2017, Maduro se plantea crear su propio sistema de partidos, crear su propia oposición muy pequeña, que no le suponga riesgo en ningún tipo de elección que se presente. Incluso, algunos de esos dirigentes tienen puerta abierta en Miraflores; es decir, es una oposición comparsa.
¿Cómo define a Capriles dentro de esas negociaciones?
Capriles no es como la otra oposición porque tiene un pasado político muy importante, pero Maduro trata de manejarlo, ya lo intentó en las elecciones del 2020. Pero sobre todo, Maduro «negocia» con estos grupitos porque no es una negociación propiamente, es una concesión, y seguramente Capriles le habrá puesto condiciones y a lo mejor algo ha logrado por ahí, liberar presos políticos, conseguir algo en el CNE.
Fedecámaras también dialoga con el Gobierno, ¿Esto puede generar mejoras económicas?
La negociación con Fedecámaras tiene que ver con una división superior de separar los sectores sociales opositores de los sectores políticos, después que los has debilitado. Porque Fedecámaras está muy debilitada por tantos años de expropiaciones y controles. Entonces allí la consigna es divide y vencerás; es decir, negocia por separado con cada uno, eso no te afecta al sistema político como un todo, sino que simplemente logras en función de eso devolver un poquito de lo que el régimen les quitó.
¿Es más fácil para los empresarios cohabitar con el Gobierno por flexibilizaciones, que arriesgarse por una transición política?
Después que un régimen que desde Chávez ha desbancado al empresariado venezolano, es lógico pensar que ya los empresarios están exhaustos, y lo que quieren es cohabitar con el Gobierno sin abandonar su idea de cambio político. Pero cambios económicos no van a lograr porque la devastación económica en Venezuela es mayor que la de Alemania en la Segunda Guerra Mundial, y el grado de totalitarismo económico es mayor que el de Hitler.
Sin un país encendido en protestas como el que el G4 logró en 2014 y 2017 ¿Se puede presionar para una negociación seria?
Las protestas diarias son permanentes. Cada año hay un récord, pero más que las protestas que son importantes, lo que no tiene Venezuela es encendido el conflicto político, como lo pudieron tener los bolivianos contra Evo Morales a raíz de las elecciones y el presunto fraude. Como lo pueden tener los chilenos que se fueron a las calles en los años pasados con estallidos sociales, como está pasando ahorita en Cuba. En Venezuela no hay conflicto político lo que hay es un intercambio de insultos. O sea Maduro está cómodo, y sin conflicto político importante no va a aceptar una negociación.
¿Qué se necesita para alcanzar acuerdos en un proceso de negociación?
Se necesita que el régimen reconozca que hay un problema político que hay que resolver, que hay un problema social y económico de fondo y que necesita el apoyo del resto del país, de los opositores y del mundo. Es muy poco lo que le pueden aportar los chinos, los rusos, los iraníes a Venezuela, o Cuba que es un Estado parásito. Entonces se necesita primero reconocer que hay un problema, y Maduro no lo reconoce.
¿Cree que la oposición es cada vez más dependiente de la política de EE. UU. y Europa?
Sí, sobre todo de EE. UU., no tanto de la UE, Biden ha cambiado el enfoque que tenía Donald Trump, que era más agresivo, pero igualmente ineficaz y aquí hay que ver un poco el cómo la política internacional de EE. UU., Europa, Canadá, El Vaticano llega a un punto en el que ya no da más, o sea sanciones, rechazo, desconocimiento de Maduro como presidente y hasta ahí, pero eso lo resiste Maduro, que en el fondo eso le importa poco, y entonces es donde el mundo tiene que plantearse ¿qué hago con este personaje?, es lo que están tratando de hacer los noruegos, para ver cómo abren la muralla China de Maduro.
¿Cómo evalúa el discurso de Juan Guaidó? Durante todo este tiempo ha insistido en que Maduro no es quien manda en Venezuela.
Es que el político en este tipo de situaciones trata de animar al pueblo con un discurso excesivo en donde se plantean objetivos y cosas que la gente lo compra en el momento como posible, pero que es un análisis frío, descarnado, crudo de lograr. Era el caso de Guaidó en 2019, él surgió como un fenómeno, recibió el apoyo de todo el país, de 60 países, pero lo que se tenía planteado no tenía sustentación, base realmente, porque era una burbuja emocional, colectiva, de esas que ocurren cada cierto tiempo en los que la gente siente que puede ocurrir un cambio y se va a la calle, pero le seguía faltando lo que le ha faltado siempre a la oposición: organización, apoyo militar, una estrategia de varios pasos en las que vaya debilitando al régimen hasta lograr ponerlo bien débil y propinarle un nocaut y obligarlo a salir.
¿Qué errores cree que ha cometido Guaidó en los últimos años?
El error más importante es que está jugando su propio juego y no está enfrentando a Maduro en su propia cancha. Es decir, no juega en las elecciones parlamentarias, cuando le tocaba hacerlo para mantener su posición de poder y seguir siendo el presidente interino de Venezuela. Ahí pifió, había que usar las elecciones dictatoriales de Maduro, usarlas para provocar un efecto político, para seguir debilitando al régimen.
Es decir, ¿debe la oposición democrática movilizarse en torno a unas elecciones regionales y municipales?
Sí, la oposición democrática debe movilizarse en torno a todas las vías que te permitan el cambio político, yo sueño con tener una oposición que no esté discutiendo cada año, que empieza si vamos o no vamos a elecciones, si hacemos esto o no hacemos esto, si peleamos o no peleamos. Una oposición que tenga claro que tiene que trabajar en todos los frentes porque nadie sabe cómo se va a resolver el problema por la alta incertidumbre que hay en Venezuela y por la alta precariedad generalizada.
¿Cree que el nuevo CNE ofrece condiciones para que el país acuda a votar?
El CNE es una pieza del modelo político dictatorial, está siendo todo lo posible por atraer a los electores porque Maduro necesita incrementar la participación electoral y necesita sobre todo la presencia de presuntos opositores o de opositores verdaderos en esas elecciones.
¿Acudir a esas elecciones acaso no pone en aprieto la vigencia del gobierno interino que se sustenta en la premisa de que Maduro es ilegítimo desde 2018?
El gobierno interino se fundamenta en la ilegitimidad presidencial de Maduro, estas elecciones son regionales, por tanto el plan es distinto que el plan presidencial. Además, lo que nació ilegítimo será ilegítimo siempre hasta que hagan nuevas elecciones