La reducción del riesgo de desastres exige inversión en prevención y una toma de conciencia que promueva la responsabilidad colectiva. Esto es crucial para mitigar el impacto causado por la actividad humana. El Observatorio Nacional de Crisis Climática y los rescatistas del centroccidente del país coinciden en la necesidad de desarrollar acciones sostenibles. Estas acciones deben abarcar desde la sensibilización comunitaria hasta la implementación de planes que minimicen la vulnerabilidad ante posibles siniestros, especialmente ante la influencia prevista del fenómeno La Niña a finales de año.
Los pronósticos del Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inameh), indican hasta 70% de probabilidades de efectos por el fenómeno La Niña entre diciembre e inicio de 2026 en Venezuela, debido a los vientos desde el océano Pacífico que propicien bajas temperaturas y lluvias.
Ricardo Mérida, del Observatorio Nacional de Crisis Climática en centroccidente, advierte sobre la influencia humana en el cambio climático y los eventos socionaturales, principalmente por la deforestación y la obstrucción de cauces de quebradas y ríos con desechos sólidos. «Hemos acelerado los ciclos naturales al invadir espacios, por eso es indispensable levantar los diagnósticos comunitarios», enfatiza Mérida. Subraya la necesidad de elaborar mapas de riesgo en las comunidades vulnerables: aquellas situadas a orilla de cauces, drenajes o en laderas.


Prevención y conciencia comunitaria
Lamentan que debido a la deforestación el agua no penetra en el suelo durante las lluvias, sino que corre superficialmente y provoca la crecida de quebradas. El caudal colapsa cajas de paso y drenajes, muchas veces se obstruyen por basura o escombros lanzados por vecinos. Por eso, el Observatorio ha apoyado la elaboración de más de 100 mapas de riesgos y talleres impartidos por el Instituto de Ecosocialismo del estado Lara (Inecolara), que actualmente sensibiliza a más de 50 líderes comunitarios, con aval de la Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV). La meta es que sea impartido en comunas, parroquias y municipios, para una mayor toma de conciencia y responsabilidad colectiva.
El mayor de bomberos, Edinxon López, destacó la necesidad de crear concienciación comunitaria, cuando las precipitaciones de este 2025 han tenido más descarga de agua y los sistemas de drenajes o quebradas han perdido su capacidad. Propone, en concordancia con el sistema de gestión de riesgos una campaña permanente en planteles educativos y en comunidades sobre educación ambiental, así como formar grupos de rescate con entrenamiento permanente y hasta involucrar a las amas de casa en el apoyo de logística, como hidratación o alimentación.
El doctor Antonio Farraie, director de la Unidad de Socorro de Cruz Roja – Barquisimeto, con base en el sistema de alerta temprana, destaca la conformación de cuadrillas de atención que detectan las situaciones de riesgos, ubican los recursos y estrategias para proteger a las familias en zonas vulnerables. Están capacitados para aplicar el plan de acción inmediata que busca la seguridad de los habitantes, con apoyo de un kit de emergencias.


La importancia de planes de contingencia
Pero todo empieza por la conciencia de la población sobre zonas no aptas para la construcción y disminuir la ocupación improvisada.
Es un aspecto considerado por Roberto Lozada, socorrista de Cruz Roja, que alerta del riesgo por inundaciones, incendios y demás siniestros con menos daños, al tener a la comunidad informada del plan de contingencia y cómo mantener la calma, porque la reacción inmediata de pánico suele interferir en casos de desalojos.
Desde la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres, precisan que atender los daños causados por los siniestros suele ser costoso, estiman en $202 billones anuales, según el informe global de reducción del riesgo de desastres 2025.