Guiomar López | LA PRENSA DE LARA.- Es un vacío que arde en el estómago al arreciar el hambre y no cubre la carga proteica, además del lamento de madres que no pueden comprar vitaminas o desparasitantes. Es el grito desesperado que habla del incremento de la desnutrición en niñ;os menores de cinco añ;os que estaba en 20% en 2021 y va en 33% en 2022, mientras que algunas fundaciones en Lara reflejan ese aumento entre 25 a 70%, de acuerdo a sus casos atendidos. Todo un espejo de la población infantil limitada en su desempeñ;o cognitivo y que compromete el desarrollo de la nación, como un semillero de cerebros que no se adaptan a todas las capacidades del conocimiento.
En este momento la brújula se sitúa en hogares de familia numerosa, entre cinco a seis integrantes y donde se percibe sólo un ingreso insuficiente, menores que han quedado con cuidadores porque sus padres emigraron en busca de mejores condiciones, algunos huérfanos porque sólo tenían una madre soltera que falleció durante el parto o aquellos que son condenados a la desnutrición desde la concepción, recién nacidos de bajo peso. Son las causas más comunes que marcan este dramático cuadro, en la sombra de un desarrollo integral que debería garantizarse en los primeros mil días de vida y se extienden a esa etapa inicial de cinco añ;os. Tiempo decisivo para asegurar la capacidad de respuesta neuronal y el aprovechamiento del potencial del ser humano.
Mucho se habla de la seguridad alimentaria que debería ser paliada con el consumo de proteínas como parte fundamental de la dieta balanceada. Pero los testimonios de sectores populares caen en la resignación de padres que apenas han podido asegurarle la lactancia materna, sólo por ser biológica y con el máximo esfuerzo para comprar leche para prepararles teteros ocasionalmente.
El pediatra, Huniades Urbina y actual secretario general de la Academia Nacional de Medicina, durante 2021 fungía de presidente de la Sociedad Venezolana de Puericultura y Pediatría, confirmando el estimado de 20% en desnutrición infantil. Pero al actualizar la data y ni siquiera culminar mayo de 2022, conoce del alza ubicándose en 33% entre menores de cinco añ;os. Acentúa su preocupación en ese promedio de 14% de casos graves.
«Esto se analiza con detenimiento porque estamos en deficiencias antes de los tres añ;os y el cerebro va creciendo, mientras se incrementan las conexiones neuronales», precisa y su voz se llena de impotencia al recordar esos casos con marcada desnutrición desde el útero, pasando sus primeros añ;os de vida entre improvisados teteros con agua de arroz o pasta. Los resultados son niñ;os de talla inferior y con un desarrollo tan insuficiente, que abandonan su capacidad de aprendizaje. Dañ;os irreparables porque se trata de saciar el hambre, cuando el retraso puede condenar por toda la vida.
De a poco