La educación sigue en terapia intensiva en Venezuela. El 27% de los niños en edad escolar están excluidos del sistema educativo, según lo revelado en 2024 por Monitor de Derechos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales (Desca). Además, la falta de datos estadísticos actualizados y confiables sobre el rendimiento académico de niños y adolescentes se ha convertido en un obstáculo grave para la planificación e implementación educativa en el país.
Carlos Calatrava, director de la Escuela de Educación de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), sostuvo en 2024 que existen 3 millones de niños, niñas y adolescentes excluidos del sistema educativo, resaltando que el último censo nacional determinaba que hay 11 millones de habitantes en edad escolar en Venezuela.
Este fenómeno se ha agudizado en la última década, producto de un sistema debilitado por la falta de inversión y el deterioro de las infraestructuras, según lo denunciado por el gremio docente.
En julio de 2024, el Centro de Investigaciones Populares Alejandro Moreno, con más de 30 años dedicados al análisis social de las comunidades populares, reveló que al menos dos de cada 10 niños, niñas y adolescentes en Venezuela no han ido a clases, llegando a un estimado del 2,8% de los menores de edad en el país. Es decir, de cada diez jóvenes que están en edad de estudiar, casi tres no saben leer ni escribir y no saben hacer cálculos lógicos- matemáticos.
Además, diversos informes han señalado que la exclusión educativa en el país no sólo tiene un impacto inmediato en el desarrollo académico de los niños, sino que también compromete su futuro.
Docentes contaron que algunos niños han dejado las aulas para irse a las calles, han olvidado leer y escribir de manera fluida. Mientras que otros pequeños ni siquiera han sido escolarizados.
Liliana Yépez, representante de la Coalición Sindical del Magisterio en Lara, indicó que es lamentable que más de 3000 niños no asistan a instituciones educativas y resaltó que muchos no van porque sus padres no cuentan con un buen salario, lo que trae como resultado los pupitres vacíos.
«La inflación trae como consecuencia que los padres y madres no envíen a los niños a la escuela por no contar con los recursos necesarios. Esto ha traído como consecuencia que en las calles tú veas a los niños trabajando como limpiaparabrisas, porque quieren ayudar económicamente a sus padres», dijo Yépez.
Para la profesora Luisa Pernalete, coordinadora de Educación para la Paz en Fe y Alegría, la ausencia de estadísticas oficiales impide un diagnóstico claro de las deficiencias y fortalezas del sistema educativo. Destacó que, sin cifras concretas por parte del Ministerio de Educación, es imposible determinar con precisión cuántos niños están escolarizados y quiénes no forman parte del sistema educativo.
«Lo que hemos sabido de niños y adolescentes que no están escolarizados es porque se han hecho estudios con grupos de personas y se ha sacado algún porcentaje, pero esto puede ser más o quizás menos», comentó Pernalete.
La profesora sostuvo que, cuando se buscan estudios del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) o de la Unesco, Venezuela aparece sin información. Explicó que esto es grave, porque cómo pueden obtener una medición del impacto del trabajo educativo, cómo se planifica, cómo saben si un estudiante necesita más atención que otro.
«Todo es importante, pero al menos unas estadísticas para saber, por lo menos, lo de la lectura y escritura. Cuando nuestros jóvenes salen de quinto año tienen deficiencias, y eso lo sabemos cuando ingresan, por ejemplo, al Instituto Universitario Jesús Obrero (IUJO)», comentó la profesora Pernalete.
Desafíos de la educación en Venezuela
Pernalete resaltó que la educación en las áreas rurales enfrenta serios desafíos, especialmente por la falta de maestros y recursos, lo que dificulta el acceso a una educación de calidad. A diferencia de las zonas urbanas donde los maestros son más fáciles de conseguir, en el campo es complicado reclutarlos debido a la pobreza y la falta de infraestructuras.
La presencia del maestro es fundamental no sólo para la enseñanza académica, sino también para el desarrollo social y emocional de los niños.
«Es preocupante la disminución de estudiantes, afecta el futuro», dijo Pernalete.
La calidad educativa se ha visto afectada por diversas crisis, incluyendo los bajos salarios. Ante esta situación se implementó el horario mosaico, que no ha permitido que los niños tengan un buen rendimiento académico.
Laura Igarra, presidenta del Colegio de Licenciados en Educación, señala que existe un mayor atraso con relación a los conocimientos adquiridos y procesados por los estudiantes de educación básica y diversificada.
Igarra reveló que es por esto que existe deficiencia en lectoescritura: hay niños que no saben escribir ni leer, no pronuncian bien las palabras y presentan deficiencias en ortografía y redacción.
Con programas
A pesar de las deficiencias en el rendimiento académico, existen iniciativas por parte de los docentes. La Universidad Metropolitana y Fe y Alegría se unieron para crear el programa «Leo, juego y aprendo», una propuesta de enseñanza y aprendizaje de la lectura dirigida a niños de preescolar, primero y segundo grado.
Pernalete indicó que este programa se está aplicando en Fe y Alegría desde hace tres años y que ha recuperado aprendizajes perdidos en los niños.