Ana Uzcátegui | LA PRENSA DE LARA.- El encarcelamiento del diputado Freddy Guevara y la persecución y amenazas contra Juan Guaidó y su familia el 12 de julio, son episodios que reflejan la brutal violencia a la que ha sido sometido el país desde que Nicolás Maduro mantiene el control de los poderes públicos. Así lo considera Elías Pino Iturrieta, individuo de la Academia Nacional de la Historia de Venezuela, quien sostiene que la oposición no debe bajar la guardia en la búsqueda de una negociación para lograr garantías democráticas.
«El régimen sigue cometiendo los mismos atropellos que ha aplicado desde hace una década, pero la presión de la Unión Europea y de Estados Unidos lo están ahogando progresivamente», expresó. Argumenta que la oposición debe valerse de esa debilidad del gobierno para obligarlo a negociar, pero sin dejar de moverse en el tablero electoral de las regionales y municipales del 21 de noviembre. «A raíz de la designación del nuevo CNE se ha abierto un postigo por donde puede entrar mucho aire si soplamos bien. No es el paraíso electoral, pero es un escenario que se debe aprovechar», resaltó.
Maduro persigue, encarcela y desaparece a políticos y defensores de derechos humanos. Con este panorama, ¿hay posibilidad de una negociación entre Gobierno y oposición?
Con la arbitrariedad no queda más camino que la negociación. Si aquí los poderes públicos tuvieran autonomía, sino se impusiera la voluntad del Ejecutivo sobre los demás, y se hubiesen permitido desde los tiempos de Hugo Chávez el libre juego de la oposición, no habría necesidad, pero los episodios atroces y pavorosos de los últimos días aunque se están planteando como escollos, pueden ser un incentivo para negociar.
¿Cómo se puede restaurar la legalidad en Venezuela con un Gobierno violador de derechos humanos?
Aprovechando los aprietos que pueden existir en el seno de ese régimen de fuerza. La sociedad civil y la oposición deben meterse por todos los agujeros para conseguir garantías democráticas. Para mí el problema fundamental es la desaparición de la República. No es tanto la perdida de la democracia o la libertad. La democracia y la libertad no son bienes silvestres que se dan en el campo sin que nadie los cultive, dependen de un domicilio, y ese domicilio se llama República.
Hay políticos que consideran que ya Maduro le ha dado una nueva patada o cualquier posibilidad de salida negociada. ¿Por qué considera que la oposición debe insistir en ese tema?
Lo que le hicieron a Freddy Guevara, a Juan Guaidó o hasta a Javier Tarazona, director de la ONG FundaRedes quien también fue encarcelado, no es nuevo, basta recordar la lista que tiene el Foro Penal con la cantidad de presos políticos que hay en Venezuela. Pero no porque sea complicado la oposición se debe levantar de la mesa. El no rotundo a una negociación es lo que el Gobierno quiere, así como también quiere sembrar una división de opiniones entre los mismos partidos políticos de oposición para multiplicar la desesperanza. Esa es una estrategia evidente frente a la cual tenemos que reaccionar.
Guaidó habla de un Acuerdo de Salvación e insiste en presidenciales, pero a su vez en Acción Democrática y Primero Justicia están haciendo campaña para las megaelecciones. ¿Las divisiones internas no generan mayor confusión?
La oposición no es homogénea, por consiguiente dentro de su heterogeneidad puede proponer salidas diversas en términos políticos. Que los justicieros piensen distinto de los adecos es no solamente evidente sino necesario, uno es un partido joven el otro es histórico, no por eso debamos rasgarnos las vestiduras. Eso no es una verdadera división, lo que debemos pedirles es que hagan de la necesidad virtud, que se arreglen porque solos no van a poder.
¿Y qué opina de la oposición que representan dirigentes como Henri Falcón, que han mantenido una mesa de diálogo paralela con el gobierno?
Esa «mesita» se ha mostrado favorecedora y cómplice a los intereses del gobierno. Creo que la única posibilidad de un diálogo que conduzca a algunas soluciones que restablezcan la República, depende de la oposición que integró la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), que demostró su posición política frente a los problemas de las restricciones en las últimas elecciones.
¿Cómo percibe a la comunidad Internacional tras los hechos violentos registrados en Venezuela en medio de la posibilidad de una negociación?
Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea, que son quienes han impuesto sanciones contra el régimen, lo único que les interesa es el mantenimiento de su concierto internacional. Los países que de veras importan son los que está sufriendo en carne propia la crisis venezolana. Es decir, los que han recibido a seis millones de venezolanos que han migrado. Venezuela pasó de ser un país sedentario a convertirse en una nación de peregrinos harapientos. Hay que estar atentos es en lo que pueda hacer Colombia, Ecuador, Perú y en Chile porque son a los que le estamos perturbando la vida.
¿Se están suavizando las sanciones contra Maduro?. Lo digo porque el Departamento del Tesoro de EE.UU levantó sanciones relacionadas con el envío de gas propano en Venezuela.
Esta «suavidad» de sanciones que parece que existe, forma parte de la diplomacia con que tradicionalmente el partido demócrata de EE.UU ha resuelto sus diferencias con Latinoamérica. El problema de la comunidad internacional es que caímos en la trampa de la demagogia de Donald Trump, que pretendió aprovecharse de nuestras circunstancias para ganar votos latinos. Eso nos creó a los venezolanos la ilusión del «salvavidas». Pero yo prefiero considerar de mayor transcendencia los problemas domésticos del país que los externos.
¿Cómo percibe a la sociedad?, ¿Hay una población interesada en la política y en los partidos, o hay un hartazgo?
La gente tiene la necesidad de sobrevivir. Venezuela desde la segunda década del siglo XX no había vivido situaciones de carestía como las registradas actualmente. Aquí éramos pobres y muertos de hambre en el siglo XIX, eso desaparece con la terminación de las guerras civiles y con el desarrollo de la industria petrolera. Lo que está sucediendo ahora es un retorno al país archipiélago, al país de las carestías, al país de la hambruna, y eso es algo inédito. La gente está concentrada en atender su salud, su alimentación y la de sus hijos. Pero a eso le agregamos el hecho de que yo no tenemos conductos confiables para conectarnos con la política nacional.
¿A qué se refiere concretamente?
A que el Gobierno ha destruido los puentes a través de los cuales se comunicaba y se fortalecía la opinión pública. Esta es una disgregación. Aquí no hay manera de que yo sepa qué está pasando exactamente en mi contorno. Para hacer política adecuadamente se necesita conocimiento del contorno. Yo tengo que saber qué está pasando en Barquisimeto, o qué está pasando en Maracaibo para hacerme de un mensaje nacional, para tener una idea nacional de mi destino y del destino de mis semejantes, eso dejó de existir.
Usted dice que ha habido una destrucción de la República y los enfrentamientos que se registraron en Caracas con megabandas delictivas son prueba de esa realidad. ¿A qué debemos atenernos los venezolanos cuando ya es tan evidente que los grupos irregulares controlan parte del territorio?
Cuando el Gobierno hace dejación de territorios importantes en la frontera, pero también en la capital, nos demuestra que la historia dio un vuelco que nos ha conducido a un retroceso extraordinario. Hemos llegado a extremos de fragmentación que obligan a la necesidad de pensar mejor lo que está pasando y de encontrar ahora sí un desenlace. Esta fragmentación significa que la República se va a quedar únicamente en el papel de los mapas, es decir que no existirán reglamentos, conductas, pensamientos relacionados con lo republicano.
¿Qué opina del nuevo CNE y cómo visualiza las elecciones del 21 de noviembre?
Es un poder electoral levemente distinto al anterior. El nuevo CNE es producto de las negociaciones de un grupo de la oposición que logró la presencia de por lo menos dos de sus miembros como representantes de la directiva. Esa mínima apertura electoral es muy importante para la sociedad venezolana para buscar salidas accesibles a la crisis.