Aunque en 2023 la OMS declaró el fin de la pandemia, el covid-19 llegó para quedarse. Hasta el año pasado, los científicos habían identificado 26 variantes del SARS-CoV-2. Muchas de estas mutaciones superaron la inmunidad de las vacunas que se aplicaron los dos primeros años de contagio. Médicos advierten que un porcentaje de la población mundial quedó sufriendo síntomas prolongados del coronavirus por semanas y meses. E incluso, algunos desarrollaron enfermedades que son secuelas de este virus, las más comunes afectaron el sistema cardiovascular, nervioso o metabólico.
La OMS señala que el contagio del covid-19 en la fase aguda dura de 6 a 12 días. Pero entre el 10 y el 15% de los pacientes en el mundo pueden presentar sintomatología persistente o Long Covid hasta varios meses después de la infección. En algunos países, la prevalencia es más alta. En India, entre el 60 o 70% de los pacientes en el año 2022 seguía teniendo síntomas después de superar el virus.
Cuando el coronavirus se expandió, los médicos lo consideraban una enfermedad respiratoria infecciosa, por eso el foco de atención estuvo en los pulmones, pero con el paso del tiempo los estudios comprobaron que es una enfermedad inflamatoria y que puede registrarse en varios organismos o sistemas del cuerpo. Actualmente, han identificado más de un centenar de síntomas que son secuelas del covid-19.
«Puede haber secuelas neurológicas, hay pacientes que les ha dado trombosis cerebral, se les paraliza medio cuerpo, convulsionan. Sufren de disautonomía (enfermedad que se produce cuando el sistema nervioso autónomo no funciona), algunos padecen problemas cardíacos, infartos al miocardio», explicó Antonio González Mata, pediatra e infectólogo.
Algunas personas en Venezuela han desarrollado hipertensión después de tener covid-19, también se han desarrollado casos de diabetes o niebla mental; es decir, los pacientes pueden quedar con enfermedades cognitivas, tales como pérdida de memoria, dificultad para concentrarse, problemas en el lenguaje, el razonamiento, e incluso padecer de insomnio, según comunicó la doctora en Biología, Flor Pujol, miembro del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC) y quien además fue voluntaria para los ensayos de la vacuna Sputnik-V (la vacuna rusa), que se aplicó en Venezuela en la pandemia.
«Lo que sabemos es que las secuelas del Long Covid se reducen significativamente si una persona estaba vacunada», recalcó.
Muchos de estos síntomas secundarios del coronavirus se presentaron en personas que ya tenían una enfermedad inicial grave, o que fueron hospitalizadas durante la fase aguda del virus. Incluso, hubo asintomáticos que igual presentaron Covid Prolongado.
Según la organización Mayo Clinic, dedicada a la investigación científica en Estados Unidos, entre uno y 12 meses después de tener covid-19, una de cada cinco personas de 18 a 64 años ha presentado al menos una afección médica que podría deberse al coronavirus. Estos casos aumentan en personas de 65 años o más, en donde una de cada cuatro ha tenido una afección que podría deberse al covid-19.
Enrique Terán, doctor en Farmacología, declaró para la revista de opinión «Democracia TV» en Ecuador, el 9 de mayo de 2024, que el Covid Prolongado o Long Covid en inglés, se deriva de las infecciones repetidas por coronavirus y las consecuencias que deja en el organismo. Esto incrementa la tasa de problemas de salud en los países de enfermedades que ya existían, pero que se han disparado, como patologías cardíacas o neurológicas.
Estos casos se pueden reducir si se aplican vacunas actualizadas contra el covid-19. En la mayoría de los países, las personas tan sólo se aplicaron una o dos dosis contra la enfermedad en los primeros dos años de pandemia, pero al igual que la influenza, debería existir un esquema de vacunación anual para prevenir esta enfermedad, sobre todo porque el SARS-CoV-2 ha mutado a gran velocidad.
En 2024, el 99% de las variantes que circulan en los EE. UU. fueron mutaciones de la cepa Ómicron. Desde su surgimiento, la variante Ómicron cambió constantemente sus propiedades genéticas y antigénicas y sus variantes han eludido la respuesta inmunitaria generada por infecciones o vacunaciones anteriores.
Los investigadores estiman que hay que lidiar por lo menos una década con el virus del covid-19 para controlarlo. En 2024, la variante que dominó fue JN.1, que es la cepa parental de KP.2. Está muy relacionada genéticamente con otra antigua cepa dominante llamada Pirola (BA.2.86). En junio del año pasado, países como Estados Unidos registraron la variante FLiRT.
«Lo ideal sería aplicar vacunas refuerzo para la población vulnerable; es decir, adultos mayores, mujeres embarazadas, niños, personas hipertensas, diabéticos, obesos. Pero el problema en Venezuela es ¿qué vacuna aplicar?, porque los anticuerpos que generaban la vacuna han variado con los años. El mundo ideal sería vacunar con una formulación nueva que contenga la variante Ómicron con uno de los últimos linajes de lo que está circulando. Pero hay que aclarar que el nivel de inmunidad que hemos adquirido con la vacunación, aunque sea imperfecto, porque ya no es la misma variante, nos provee de una inmunidad también celular. Son varias las armas que generamos con la vacuna, una es que se han reducido enfermedades graves ocasionadas por el covid-19», explicó la bióloga Flor Pujol, investigadora científica de virus.
En enero 2024, cuando hubo un repunte por la cepa JN.1 Pirola, el doctor Julio Castro, infectólogo y profesor del Instituto de Medicina Tropical UCV, recomendó que las personas que se vacunaron en 2021 y 2022 con las cepas de la variante Ómicron debían protegerse con la vacuna bivalente contra la covid-19. Este biológico no se comercializa en Venezuela, y son pocos los países de Latinoamérica que han invertido en aplicar vacunas producidas con tecnología más sofisticada.
Recomendaba a los venezolanos que podían viajar a Europa, Asia, Estados Unidos o incluso México o Panamá, aplicarse este refuerzo de la bivalente. Sin embargo, en EE. UU., hasta mayo de 2024, había una adopción muy baja de esta vacuna, sólo el 22% de su población se había aplicado el refuerzo.
Muchos países de Latinoamérica no han adquirido nuevas vacunas para combatir el covid-19, porque alegan falta de recursos. Catalina Yépez, epidemióloga y funcionaria de la OPS en Ecuador, indicó que en el imaginario colectivo, la gente cree que ya el covid desapareció, incluso muchos lo tratan como un simple catarro. Hay países que ya no registran los casos de contagio y que dejaron de aplicar pruebas rápidas públicas para detectar la enfermedad.
«Hay que aclararle a la población que cuando se evidencia una variante del covid-19, es porque ya ha circulado por mucho tiempo. Los pacientes susceptibles o de alto riesgo van a aumentar si no se aplican vacunas actualizadas contra este virus», advirtió.
El infectólogo, Antonio González Mata, recalca que los anticuerpos de la vacuna contra el covid-19 comienzan a reducirse a los seis meses o el año de haber sido inyectados, por eso es importante aplicar un refuerzo.
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