Agencias | LA PRENSA DE LARA.- No todo es espíritu en la Jornada Mundial de la Juventud de Lisboa. Los jóvenes católicos han combinado misas y oraciones con una buena dosis de música, baile y paseos por la capital portuguesa. Devoción y diversión a partes iguales.
Cientos de miles de jóvenes han respondido al reclamo de la presencia del papa Francisco en la JMJ, que comenzó el día 1 y concluirá mañana domingo con una misa multitudinaria.
Alojados en colegios, pabellones deportivos o casas particulares en Lisboa y sus alrededores, su jornada comienza a primera hora con oración, meditación y, para la mayoría, catequesis.
Pero el día es largo y, tras la cumplir con la devoción y asistir a las ceremonias encabezadas por el papa, llega el turno de la diversión.
Más de 300.000 personas, estima la organización, han participado durante esta semana en el Festival de la Juventud, una completa agenda de espectáculos, conciertos, cine, deporte y exposiciones pensada para los jóvenes en escenarios salpicados por toda la ciudad.
A la cita de Lisboa no han faltado algunos de los más populares grupos católicos, como Hakuna, que han congregado a decenas de miles de jóvenes de todo en el mundo en sus conciertos, o «La voz del desierto», los curas rockeros de Alcalá de Henares (Madrid) que tienen ya seis discos en el mercado.
Jorge es uno de los admiradores de Hakuna. A sus 26 años, ha llegado a Lisboa con una veintena de jóvenes de Burgos, disfruta su tercera JMJ y reconoce que la diversión es una parte fundamental de la experiencia. «Si solo fuese rezar y ver al papa, probablemente no hubiese repetido, pero el cristianismo y la iglesia no es solo rezar. Los cristianos también somos gente alegre y divertida y eso anima un montón«, dice.
Olimpia Lucas tiene 16 años, es de la ciudad española de Alicante y confiesa que «no tenía las expectativas tan altas, pero está siendo increíble». Su viaje la llevó a Salamanca y Fátima antes de llegar a Lisboa. «Está todo muy conectado, hacemos meditación todos los días y luego salimos por la ciudad. Repetiría sin duda», asegura.
También Blanca está sorprendida. Tiene 21 años, es su primera Jornada y vive la aventura con un grupo de amigas de Madrid. «No lo esperábamos, es muy divertido«, confiesa Blanca, que ha tenido tiempo para todo: «conciertos, catequesis, hemos visitado pueblos, hemos ido a la playa y hemos conocido gente de muchos países».
En las redes sociales se multiplican en estos días las imágenes de las noches de la JMJ. Miles de jóvenes, con banderas de sus países y el popular «kit» de peregrino -gorros y mochilas de la organización- abarrotan el centro de Lisboa y las zonas de ocio, como el Barrio Alto, hasta la madrugada.
Cantan, bailan y beben. Y, aunque llegan por decenas y ahuyentan los turistas, los bares están haciendo su «agosto» con los peregrinos.
«Se nos acabó la cerveza y la comida. Ya no teníamos nada para darles«, explica a Efe António, dueño de un restaurante popular próximo a la «Colina del Encuentro» donde el papa reunió este viernes a más de 800.000 personas.
«Estábamos cerrando cuando llegaron por decenas, ocuparon todo y muchos se quedaron fuera, sentados en la calle». Fue una buena noche para un negocio que, durante toda la semana, acusó la ausencia de sus clientes habituales, la mayoría en teletrabajo por los cortes de tránsito que ha provocado la visita del papa.
Las jornadas son muy largas para los peregrinos. Madrugan mucho y duermen poco.
«Hay espacio para todo. El día está más dedicado al espíritu y por la noche un poco más al tiempo libre, al disfrute básicamente«, resume Belén, una madrileña de 21 años que estrena en Lisboa su aventura en la JMJ.
«Primero Dios y luego la fiesta», concluye.
Fuente: EFE.