Guiomar López | LA PRENSA DE LARA.- Esquivar una tronera en plena vía principal puede costar la vida y el desgaste del escaso parque automotor que puede circular en el municipio Morán. Los tocuyanos han sido testigos de dos accidentes fatales, mientras los productores y transportistas conducen con el Cristo en la boca, rogando que el deterioro de las vías agrícolas no terminen de causar estragos, principalmente en tren delantero y cauchos.
La fuga de aguas servidas y residuales han terminado en piscinas que se acentúan en el casco central de la capital morandina. Mientras los habitantes aún lamentan que desde agosto de 2021 han despedido a dos hombres víctimas del abandono de principales arterias viales.
Gustavo Rincón recuerda el fallecimiento de un joven motorizado, quien iba junto a su padre por la entrada de la urbanización Santa Eduviges. Lograron evitar ese tramo obstruido, pero fueron embestidos por una camioneta. El joven murió y el sobreviviente estuvo varias semanas hospitalizado por politraumatismos. Otro incidente lamentable lo protagonizó otro motorizado, quien se desplazaba por la avenida Circunvalación y llegando a la estación de servicio La Coromoto, hizo la maniobra, pero la velocidad e inestabilidad por la vía lo llevó directo hacia el brocal de la acera. Su cuerpo no soportó las múltiples fracturas y murió.
Es sólo un adelanto de esa cara de fatalidad que ha teñido las principales arterias viales. Pero teniendo el pan de cada día con las advertencias de evitar caer en los huecos que no distinguen de ubicación céntrica, tal como se evidencia en plena calle 20 con avenida Fraternidad, donde previamente se habían realizado unas reparaciones por la empresa hidrológica y no terminó de sellar de manera permanente.
Rincón cuenta alrededor de siete «megahuecos» por la avenida Circunvalación, con más profundidad frente al polideportivo con el desperdicio de aguas blancas, cuando se cuenta con el suministro y termina de privar a otras comunidades que no cuentan con el servicio fijo. El recurrente tránsito de carga pesada por esta vía expresa, termina de sumar dimensiones a dicha perforación que se consume el asfalto. También sufren de hundimientos en tramos que colindan con las carreras 15 y 18.
Al seguir avanzando y cruzar el puente que conduce hacia Los Humocaros o Guarico, se empieza a ver el desprendimiento de bordes de la carretera cercano a la represa Dos Cerritos. Desde allí, Elio Torres, quien ha trabajado en el transporte público hacia los caseríos cercanos a Humocaro Bajo, lamenta el abandono en las vías agrícolas que pasan factura a las pocas unidades que se mantienen operativas, tan golpeadas por la irregularidad del combustible.
En el sector Buena Vista es el primer desplome de la montaña, que suele ser más peligroso durante las lluvias. El puente de El Olivo presenta irregularidades que se debe atravesar con cuidado. Quebrada Negra tiene dos puntos críticos que terminan dejando sólo un canal de acceso y amenaza con dejar incomunicados. Mientras hacia El Voladero se deslizan las piedras y en El Cucharo se tienen tantos huecos juntos que se han comido el poco asfalto. Una situación que se repite entre los habitantes de Guarico y Anzoátegui.
Es toda una travesía que denuncia Henry Pérez, habitante del centro de El Tocuyo, frente a las quejas constantes de conductores que demandan por las reparaciones ante la pérdida de cauchos que ya estaban desgastados y cansados de sacrificar el tren delantero, con principal daño en las mesetas que sujetan la suspensión. Los rines también sufren esa inclemencia y llevan a gastos forzados.
El llamado es a la recuperación vial, con gritos desde productores, transportistas y transeúntes que claman por las mínimas condiciones.