Entre los sectores económicos que siguen registrando contracción en Venezuela se encuentran las industrias textiles y de confección, las que desde 2010 han ido desapareciendo porque el mercado está inundado de materia prima y ropa importada que ingresan sin pagar impuestos aduaneros, llegando a ser hasta 50% más baratas en comparación con la producción nacional.
Marcos Zarikian, presidente de la Asociación Textil Venezolana (ATV), informó que en los 90 existían en Venezuela 27 grandes empresas de manufactura, hoy quedan dos y trabajan al 44% de su capacidad instalada. Estas son una industria de tela de jeans, líder en Latinoamérica, que está en Maracay, y otra dedicada al tejido de punto (telas para franelas).
«Entre el 85 y 90% de las telas y la ropa que se comercializan en el país son importadas. El mercado está lleno de saldos textiles; es decir, de materia prima y prendas de vestir que para otros países, como China, India o Estados Unidos, que son imperios, representan un excedente y lo rematan al exportarlo a Venezuela», explicó. La industria nacional no tiene cómo competir con esos países, que además en el caso de China otorga grandes subsidios a sus fábricas.
Considera que en Venezuela, el Estado debería prohibir la importación de telas que se fabrican en el país, como el jean, el trile o tela triple tejido, las de algodón, telas militares, poliéster lana y poliéster viscosa.
Entre las telas que no cubren la demanda al 100% que se podrían importar, pero pagando un arancel de importación, serían: poliéster, seda, nylon o telas sintéticas.
«La industria textil arranca desde la agricultura nacional con la siembra de algodón hasta la confección. En Venezuela hay la posibilidad de producir todas las materias primas que hacen falta en tela. Eso daría empleos a 12 mil personas en la agricultura, a 2.000 personas en la industria y 25.000 personas en la confección», argumentó.
En el año 1987, las industrias textiles aportaba 160 mil empleos directos al país y ahora hay sólo 1.200 personas laborando. Roberto Rimeris, presidente de la Cámara Venezolana de la Industria del Vestido (Cavediv), informó que este sector en 1980 registraba 1.800 empresas formales y había 120 mil trabajadores con contrato colectivo. Hoy probablemente queda el 10% de toda esa fuerza laboral.
«Las empresas que quedan son pequeñas, tienen entre 10 o 30 trabajadores. Hay talleres que hacen ropa escolar, franelas, ropa deportiva. Quedan pocos que confeccionan ropa de vestir para damas y caballeros. Hay empresas minúsculas de trajes de baño, de buena calidad», recalcó.
Las fábricas de ropa tienen un rezago de 20 años de inversión tecnológica, que hace imposible que puedan competir con gigantes como Shein, que fabrica ropa masiva a muy bajos precios y con tecnología de punta.
«En Venezuela se importa ropa usada. Se traen los sobrantes de otros países de tela de alta calidad como de segunda categoría. También ropa con defectos. Esos pantalones, que algunas tiendas venden muy baratos, en 3 o 5 dólares, tienen defectos en la costura, el color y se rematan», apuntó Zarikian.
Roberto Rimeris, presidente de la Cámara Venezolana de la Industria del Vestido, señala que se deben desarrollar varias políticas para que este sector y la manufactura se recuperen, una de las propuestas es que cambie la política cambiaria.
«El tipo de cambio oficial estuvo casi anclado por nueve meses en 2024, después comenzó a deslizarse, eso le dio fortaleza al bolívar frente al dólar, pero en una economía con alta inflación eso incentiva las importaciones y las hace más competitivas en precio en comparación con la producción nacional», explicó.
Hay escasez de créditos. Esperan que este año Venezuela siga recuperando su producción petrolera para que hayan disponibles más divisas y las entidades bancarias puedan otorgar financiamiento.
«En tercer lugar necesitamos que se eliminen las exoneraciones de impuestos tanto para las telas como para la ropa importada. Las empresas nacionales tienen una alta carga impositiva y no existen subsidios para aumentar la producción. Para que haya un equilibrio se deben suspender esas exoneraciones», argumentó.
Añade que deben invertir en tecnología. En este aspecto, pasa todo lo contrario con la industria de tela de jeans, que en los últimos cinco años han hecho una inversión de innovación tecnológica de aproximadamente 40 millones de dólares.
«En tela de jeans, se tiene una capacidad de producción de dos millones de metros al mes, pero el consumo es de apenas un millón de metros mensual. Particularmente esta única fábrica que se ubica en Maracay puede cubrir el mercado nacional, pero por la importación que hay, esta empresa se mantiene es porque puede exportar parte de su producción a Italia, Perú y Colombia», explicó Marcos Zarikian, presidente de la Asociación Textil Venezolana.
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