El Valle del Turbio comienza a reverdecer. Ya no se escucha solo la maquinaria de extracción de arena a orillas del río, sino también el cantar de los pájaros que se refugian en las ramas de árboles que van creciendo a lo largo de 7.6 hectáreas, y es que el Movimiento Agroecológico del Valle de Variquisimeto junto con voluntarios e instituciones han sembrado 1.621 árboles, con el propósito de recuperar el bosque galería.
Uno de los motivos por los que el Movimiento Agroecológico comenzó a hacer el trabajo de campo fue porque buscan transformar la zona en un corredor verde que devuelva oxígeno a Barquisimeto. Los ecologistas recordaron que fue en julio de 2023 cuando se inició el proceso para poder instalarse en el valle, pero no fue sino hasta dos meses después que lograron las primeras siembras de árboles.
El corredor ecológico busca restaurar lo que un día fue el valle con su bosque galería, que es un tipo de ecosistema lineal que se desarrolla a lo largo de los ríos, arroyos o canales. En los próximos años, el grupo de ambientalistas y vecinos de las comunidades quieren que los árboles sean frondosos y que desde la avenida Nectario María, mejor conocida como “La Ribereña”, se vea el araguaney florecer y el verde de los demás árboles.
Daniel Reyes, ingeniero agrónomo y miembro del movimiento, comentó que integrantes de la empresa Minas Lara se reunieron con los ambientalistas para iniciar el trabajo de la reforestación y fue así como dieron inicio a la siembra de árboles de diferentes especies.
“Todo fue con un enfoque técnico, pero queríamos que la comunidad aledaña participara, porque quién más que ellos para tener ese sentido de pertenencia y que le duela el valle, aquí estamos todos los días porque el trabajo se ha venido haciendo poco a poco”, comentó Reyes.
El ingeniero explicó que iniciaron con la siembra “tresbolillo”, que es método de distribución de plantas en el que cada tres plantas forman un triángulo equilátero.
Además, el corredor ecológico, como también le llaman, no es monocultivo; es decir, tienen variedad de especies porque es lo que hay en toda naturaleza, por eso no quisieron dedicarse a sembrar sólo una especie.
Los miembros del movimiento indicaron que no querían ser solo un momento de reforestación y ya, porque entonces los árboles no iban a crecer, es por eso que comenzaron a trabajar todos con el fin de buscar la forma para que la siembra no se marchite, sino que perdure.
Venancio Pérez, ambientalista, sostuvo que en el terreno del valle se instalaron metros de tubería para traer agua desde una toma que ha sido facilitada por el Parque Acuático Mundo de los Niños, pero decidieron usar un sistema de riego diferente y es el tipo mándala. Pérez explicó que en cada árbol sembrado hicieron un área circular y el canal para el riego, que lo que busca es que el agua quede por más tiempo alrededor del árbol.
Usaron este tipo de mándala en la siembra porque se dice que era usada por los aborígenes. De hecho, historiadores, como Romel Escalona, han dicho que en el valle había varios caseríos de indígenas que tenían sus fortificaciones para defenderse de otras etnias.
El movimiento ha querido mantener esa historia y por eso llevan por nombre “Valle de Variquisimeto”, como la voz de origen caquetío.
“Aquí tenemos dos pozos de agua y son los que nos surten para el riego de los árboles, pero el método mándala también nos sirve para que cuando llueva el agua quede por más tiempo en la siembra”, dijo Pérez.
Todos los días se ven personas trabajando en el área. Alrededor de ocho coluntarios se encargan de cuidar las plantas y garantizan que sean regadas, limpian algunas zonas; sin embargo, no es mucho lo que podan porque su anhelo es ver más vegetación para que se restaure el ecosistema que en algún momento existió.
También han sembrado bambú a orillas del río, los ecologistas explicaron que esto sirve como contención de taludes, debido a su resistencia y capacidad para estabilizar el suelo, detallaron que esto ayuda a las riberas del río.
Actualmente custodian alrededor de 2 mil plantas, las personas que a diario visitan el valle cuidan cada árbol, y recordaron que hace dos años lo primero que dijeron es que respetarán todos los árboles que ya existían.
“La idea es que cuidemos a todos los árboles, claro los más pequeños siempre van a tener más atención porque nuestro deber es que crezcan, pero no nos olvidamos de los demás”, comentó Giovanny Castro, quien tiene más de dos años trabajando en el sector y es residente aledaño al Turbio.
Las personas comentaron que hace años atrás en el área en donde están sembrando árboles ocurrían muchos incendios y que en su mayoría eran provocados, pero desde que comenzaron con la reforestación sólo han reportado uno.
Rufino Osal, miembro del movimiento y trabajador de las minas de minerales no metálicos, recordó que meses atrás lo llamaron para decirle que por el valle estaba saliendo humo y de inmediato salió de su casa.
“Nos vinimos varios y nos metimos al río a eso de las 10:00 de la noche y logramos apagar el incendio que gracias Dios no tocó ningún árbol porque actuamos rápido”, comentó Osal.
Es por eso que el Movimiento Agroecológico hizo el llamado a más voluntarios para seguir trabajando por la restauración del valle en su totalidad.
Venancio Pérez, ambientalista, comentó que uno de los sueños que tienen es que esta idea que se ha estado plantando en el Valle del Turbio, también sea instaurada como un plan piloto en el semiárido larense.
“Podemos trabajar en conjunto y sembrar árboles, pero eso sí se debe trabajar con instituciones que garanticen el sistema de riego porque haría falta el agua. Pero esto lo tenemos que hacer por el bien de nuestros bosques”, sostuvo Pérez.
El regreso de la fauna al Valle del Turbio ha dado señales a los ambientalistas de que lo están haciendo bien, ya que por años habían desaparecido.
Los ecologistas contaron que en los últimos meses han visto aves sobrevolando los árboles, también han reportado presencia del tejón tropical, onzas, zorrillos, conejos y serpientes.
La presencia de la fauna silvestre los mantiene con alegría, porque ese fue uno de los motivos por lo que decidieron ingresar al área para restaurar el corredor ecológico.
Quienes viven cerca aseguraron que el Valle del Turbio ha sido tan intervenido y perturbado por el hombre que las aguas del río han sido contaminadas por restos fecales y desechos industriales en los últimos 90 años, arrasando con su fauna y vegetación.
Sin embargo, el solo hecho de nuevamente ver animales en la zona, en el movimiento agroecológico saben que han hecho un buen trabajo para volver a atraerlos.
Al menos 55 tipos de árboles han sido sembrados en 7.6 hectáreas de terreno que antes estaban degradadas.
Araguaney, ceiba, samán margariteño, flamboyán, semeruco y caoba son algunos de las familias de árboles que se han plantado en el área que está siendo restaurada por el Movimiento Agroecológico junto con instituciones como Inecolara, Minec-Lara e Inparques.
El ingeniero Daniel Reyes sostuvo que la meta es extender progresivamente la siembra hasta lograr consolidar un espacio vivo que ayude a regular el clima.
“No hay que dejar atrás todo lo que hemos estado viviendo por la crisis climática, los últimos años han sido más calurosos y tenemos que trabajar por eso”, dijo Reyes.
En septiembre de 2023 lograron la siembra de 572 árboles de 36 especies, entre ellas; samán, ceiba, cedro, apamate, algarrobo, bambú, vera, pan de palo, parapara, carrizo, merey, almendrón, semeruco y araguaney.
Para ese año, los miembros del movimiento estudiaron el campo para conocer qué se podía sembrar. Además, las autoridades de Minas Lara comentaron que cerca de las torres de alta tensión se sembraría agave para resguardar esa zona. Hace dos años prometieron que el corredor ecológico será desde el Bosque Macuto hasta Titicare.
PLANTA REGENERA SUELOS
El pasto vetiver es una herramienta invaluable en la conservación del suelo y el agua. Es por esto que en el Valle del Turbio lo han estado usando por sus beneficios ambientales.
Los ambientalistas han estado sembrando vetiver en los alrededores de los pozos y otras zonas cercanas a las orillas del río Turbio.
Ambientalistas consultados por LA PRENSA indicaron que este pasto es usado para la recuperación de suelos degradados o contaminados. Aseguraron que sus fuertes raíces ayudan a prevenir la erosión y a estabilizar el suelo.
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