El nuevo diálogo entre los «mini partidos» y el gobierno de Nicolás Maduro es catalogado como una «pantomima» por el politólogo Piero Trepiccione, quien señala que mientras no exista una representación creíble por parte de la oposición, este encuentro no tendrá futuro. Asegura que el fin de este «diálogo nacional» propuesto por el gobierno es fracturar la posición de la comunidad internacional y ganar tiempo para retrasar su salida del poder.
¿El acuerdo de Nicolás Maduro, Henri Falcón, Claudio Fermín y Timoteo Zambrano fue un madrugonazo a la oposición y a la comunidad internacional?
Esto ha sido un juego audaz de parte del gobierno de Nicolás Maduro. Lo hizo para sorprender, confundir y tratar de acrecentar la diferencia en el seno del mundo opositor venezolano con una visión a lo interno de la política en el país. De cara al escenario internacional, sin duda busca generar divisiones entre la posición de la Unión Europea y los Estados Unidos tratando de que esa coalición de países que cuestionan la legitimidad de Maduro entre en una etapa de desacuerdos y así el gobierno pueda ganar tiempo.
¿Le ve futuro a estos acuerdos?
Si no incorporan a los factores mayoritarios de la oposición y a la coalición internacional de países aliados de la oposición difícilmente van a tener futuro, porque no hay un acuerdo entre actores fundamentales del país, sino entre una parte de factores de la oposición con Nicolás Maduro. No hay capacidad para que este grupo de personas puedan convencer a la Unión Europea o Estados Unidos de levantar las sanciones y se pueda cambiar el parámetro de Noruega.
¿Qué intenciones ve en esta jugada del oficialismo?
La única intención del gobierno de Maduro es dividir y ganar tiempo para permanecer en el poder.
¿Por qué insistir con «mini partidos» opositores que no gozan de credibilidad ante la ciudadanía?
Porque el gobierno busca sembrar discordia. Estos mismos factores que suscriben el acuerdo, fueron los mismos que participaron de elecciones presidenciales de 2018 que cuestionaron, lo que deja ver la incoherencia en las acciones. Por eso la opinión venezolana no termina de convencerse de un acuerdo de esta naturaleza que carece de sinceridad y que se convierte en una especie de pantomima para ganar tiempo cuando la crisis económica es más profunda.
¿Qué pasaría si el gobierno en una jugada táctica acepta los acuerdos que negó a la oposición que representa Guaidó, a la comunidad internacional y Michelle Bachelet?
El problema es que no se pueden tomar decisiones sin sentar en la mesa a los que son. Hay que ver quiénes son los factores mayoritarios en la Asamblea Nacional, que es el órgano reconocido por la mayoría de la comunidad internacional. Este acuerdo se firma con una minoría y no se puede obviar a factores mayoritarios y trabajar a espaldas de la opinión pública. Las dos figuras importantes del espectro político venezolano la constituyen Nicolás Maduro y Juan Guaidó.
¿Cuál cree que será la posición de la comunidad internacional durante el nuevo diálogo que deja por fuera a Juan Guaidó?
La posición de la comunidad internacional ha sido muy clara; hay que hacer elecciones presidenciales en Venezuela y si el acuerdo apunta a esta dirección con un nuevo Consejo Nacional Electoral amplio, democrático, que represente al país y con observación internacional, seguramente reconocerán esta acción. El problema es que el acuerdo no va en esa dirección, sino en adelantar las elecciones legislativas que no son las que cuestiona la comunidad internacional. Lo que no tiene legitimidad es la presidencia de Nicolás Maduro.
¿Por qué se trancó la negociación en Noruega?
Por falta de voluntad política. Fundamentalmente porque la representación de Nicolás Maduro no aceptó una nueva elección presidencial bajo los parámetros de la comunidad internacional. Ellos (el gobierno) no quieren poner en juego la posibilidad de perder el poder, no entienden que en toda democracia la alternabilidad de poder es necesaria. Lo que ha trancado todos los procesos de negociación es que el gobierno de Maduro quiere mantener el poder central otorgando algunas cuotas, pero sin abandonar la Presidencia de la República.
Analistas cuestionan las capacidades de Nicolás Maduro, pero vemos cómo ha demostrado que juega de forma ruda ante la oposición…
Maduro es un animal político e inteligente en materia política y lamentablemente ha sido muy subestimado por la oposición venezolana y otros factores. Donde no es tan brillante es en gestión pública, pues en ella ha sido ineficiente, por el caos económico en que se encuentra Venezuela y que tiene a los venezolanos sufriendo, pero la alianza de China y Rusia lo han ayudado a mantenerse en el poder.
¿Cómo queda la oposición ante esta nueva mesa de diálogo que evidencia fracturas?
La oposición debe demostrar que está unida y que aún es mayoría, mostrar que efectivamente este es un acuerdo vacío y no permitir que el gobierno logre distraer, dividir y ganar tiempo que le permita amarrarse aún más en el poder.
El gobierno de Maduro sigue usando a los presos políticos como piezas de cambio para lograr sus objetivo…
Claro, ellos juegan de forma dura y muy bien a la política. El juego es mostrar benevolencia en algunos momentos y dureza en otros, todo dependiendo de cómo salga mejor beneficiado.
¿Qué viene para Venezuela con estos cambios tan bruscos en la política?
Venezuela vive el fin de un ciclo histórico y sin duda viene una transición, un proceso de reconstrucción y realineamiento de las fuerzas políticas. Hay un desgaste de modelo oficialista como vocerías que hacen que se produzca el colapso de un ciclo histórico político.