Escuela de Gastronomía «Sí Venezuela» en alianza con la Fundación «Sólo Faltas Tú» se complace en la formación de niños en este apasionante mundo
Guiomar López | LA PRENSA DE LARA.- La participación de Valentina, como la primera estudiante con espectro autista de la escuela de arte culinario «Sí Venezuela», fue lo que conmovió a directivos para expandir esta formación a más niños neurodiversos y concretar la alianza con la Fundación «Sólo Faltas Tú». Un convenio que atiende al primer grupo, demostrando que la cocina despierta el tacto y motricidad con los ingredientes de una receta que sirve para comprender la importancia del trabajo en equipo, además de la seguridad y la libertad materializada en la preparación de un dulce o bocado salado.
Es un ambiente muy grato, donde se aprecia la complicidad y los susurros indican esa alegría por conocer las técnicas culinarias. Se tiene la presencia de Valentina Isabel, joven de 17 años, con ternura excepcional, tan evidente en su mirada, de abrazos fuertes recargados de mucho amor. Ella camina a lo largo del mesón y observa a todos los participantes, siendo ese ser de luz que motivó esta iniciativa con la Fundación «Sólo Faltas Tú». Desde 2023, ella es motivo de admiración por su rendimiento y por ser muy organizada, cuya responsabilidad es aplaudida por los facilitadores y la valía de ese potencial llevó a extender estas oportunidades con estos niños que superan las dificultades.
Agradecer a Dios es el primer paso, con una oración que no solamente une de manos sino también de corazón a madres, hijos y especialistas. Pedir la bendición en esa amplia sala con ventilación al natural asegura todas las condiciones y comodidades para ponerse «manos a la obra«. Ese momento en que sueñan a ser minichef y se ajustan el delantal, con la ansiedad de conocer las indicaciones. La transformación es total, porque los especialistas terminan siendo de apoyo a los niños, mientras las madres están de espectadoras y sonríen orgullosas de ver a sus hijos emocionados e interesados en aprender acerca de la preparación de dulces o salados.
Navea se siente muy feliz como anfitrión y de ofrecer más opciones a tres años de abrir su academia. Habla acelerado por la emoción de recibir a este primer grupo, mientras sus ojos se nublan de lágrimas, ratificando esa paz espiritual y energías tomadas de estos niños. «Tenemos que enfocarnos en hacerlo grande, hermoso, alegre, contentos y así darle un saludo a sus madres, quienes se esfuerzan y nos enseñan a nosotros desde la paciencia», dice con la intención de que se multipliquen este tipo de alternativas, estas ventanas para la comunidad neurodiversa y que pocas veces tienen las posibilidades de recursos económicos, además de superar los temores por el riesgo al rechazo.
Confía en el éxito de esta formación, como un proceso que luego se va desarrollando con total naturalidad, tal como les pasa con Valentina, quien al principio tenía la compañía de su mamá y al familiarizar, sólo regresaba a retirarla. La paciencia, tolerancia y afectos han marcado la pauta en ese proceso de integración, que afortunadamente viven a diario.
Planifican cada sesión de trabajo para que sea dinámica, una incorporación de todos los sentidos del participante. Tal como les ha resultado con la adolescente de 17 años.
Puede ampliar esta información en nuestra edición impresa de este viernes, 15 de marzo.