Ana Uzcátegui | LA PRENSA de Lara – Santiago Rivero tiene 20 años de edad, 15 los ha pasado formándose como músico en el Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela, viendo y dando clases a diario en el Conservatorio Vicente Emilio Sojo de Barquisimeto. Está a sólo dos años de graduarse de licenciado en dirección orquestal en la Ucla, y sus aspiraciones de quedarse «tocando y luchando» en el país, como lo inculcó el maestro José Antonio Abreu, fundador del movimiento de música de academia en Venezuela, han cambiado, al punto de que tiene la vista fijada en Argentina, país que está llenando sus orquestas con la diáspora venezolana, valiéndose del talento de los criollos.
En los pasillos del Cuartel Jacinto Lara, casi vacíos por la deserción de estudiantes y docentes, ambiciona Santiago Rivero en dirigir su batuta en la Filarmónica de Los Ángeles, tal como lo logró Gustavo Dudamel, el director guaro más afamado del momento.
«El 80% de los jóvenes que se formaron desde chiquitos conmigo en el Conservatorio se han ido del país. Han migrado a Suramérica y allá les llegan a pagar hasta dos salarios mínimo a los que aún son estudiantes», expresó. Cantidad que es equivalente a 500 dólares al mes, algo que en Venezuela, resulta imposible conseguir en tan poco tiempo.
«Ese salario comparado con el que se gana en el país es una burla. Los músicos para sobrevivir tienen que matar tigres, tocando en eventos como restaurantes o bodas», contó Oriana Rodríguez, estudiante de licenciatura en ejecución de violín de la Ucla, alegando que los egresados de esta universidad y los que estudian pedagogía musical en la Upel, tienen la opción de dar clases en el Conservatorio, pero a cambio de un sueldo mínimo, monto que no le alcanza ni para comprar un juego de cuerdas para su violín profesional, que cuesta 100 dólares y debe cambiar cada tres meses.
«La capital musical de Venezuela ha producido talentos a nivel internacional en todos los géneros, no solamente en música clásica, también en música popular, pero lamentablemente la crisis actual está afectando al talento humano», mencionó Blanca Pulido, directora del programa de licenciatura en música de la Ucla.
Esta carrera, antes tenía una matrícula de 500 alumnos anualmente, «Ahora hay materias donde asisten sólo tres o cuatro estudiantes. Se registran menos de 100 ingresos por semestre», comunicó la académica.& ;
Según lo que ha observado en el gremio, los músicos larenses que tienen hijos en edades escolares, se están yendo a países vecinos, para poderles ofrecer mejores ingresos económicos a su familia, y aquellos jóvenes que están en fase de formación, buscan oportunidades de estudios gratuitos en México y Argentina donde las universidades son públicas.& ;
«Hay una orquesta sinfónica en Buenos Aires donde más del 60% de sus músicos son Venezolanos», informó Pulido, y se refiere a «Latin Vox Machine», una orquesta formada por músicos criollos que tocaban en las calles de argentina y en las estaciones del metro a cambio de dinero.& ;
«En Ecuador están pagando a los músicos venezolanos 400 dólares aunque no estén graduados. Antes cada músico tenía la aspiración de pertenecer a la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar, pero ya vivir en Caracas por un sueldo tan miserable, no es rentable para nadie», relató Ámbar Camacho, estudiante de clarinete.& ;
Aquellos músicos que logran becas para formarse en Europa como Londrés, llegan a obtener ingresos superiores a los 3.000 euros. Ámbar Camacho también denunció la falta de maestros de larga trayectoria, expresando que la formación de instrumentos de viento como el oboe, han quedado desérticas, porque no hay músicos especializados en el país.& ;