William Croes | La Prensa.- La gente que estaba en la cola llevaba su cuenta de la cantidad de harina que se vendía en el supermercado Central Larense. Cuando les dijeron que se había acabado la cuota diaria, las personas que quedaron por fuera se amotinaron y se plantaron en la entrada a exigir que se les vendiera, al menos, un solo paquete.
María Vásquez escuchó clarito cuando el guardia especificó que había 65 bultos de harina de maíz. “Vendieron menos de la mitad y nos quieren engañar diciendo que se acabó”, expresó la señora molesta, quien señala que hay complicidad entre los dueños y los funcionarios para no vender todo el producto.
Más de 100 personas se quedaron con los crespos hechos. Uno de los que no pudo comprar fue Saulo Arráez, un señor que se vino desde Sarare para cazar un par de paquetes de harina para llevar a su familia. “Llegué a las 8:30 de la mañana y con todo y eso quedé por fuera, los guardias se negaron a vender”.
Las personas que compran asiduamente en el supermercado señalan que no es la primera vez que esto ocurre. Afirman que es una práctica recurrente, puesto que el dueño del negocio estira los bultos para los demás días a la semana, pero antes saca una tajada que se la llevan los funcionarios.
Vásquez y las demás personas que estaban en la cola denuncian atropellos verbales por parte de los guardias que custodian el supermercado. “Nos dijeron que se llevarían unos cuantos bultos porque eso los pagan los chivos gordos”.