Este 6 de diciembre la memoria se traslada a 1956, día en que inauguraron siete obras de gran envergadura que significaron el inicio del desarrollo urbanístico de Barquisimeto. Cronistas recuerdan esa agenda de actos protocolares que ratificaban el interés desde el gobierno de Marcos Pérez Jiménez, en dar importancia a la capital del estado Lara como referencia en servicios, ordenamiento de las sedes de los poderes públicos, residencial y demás áreas que buscaban la calidad de vida de la población. Eso pregonaba el mandatario desde el plan del Nuevo ideal nacional.
La ciudad, desde el inicio de la década de 1950, respiraba aires de la modernidad y Pérez Jiménez dejaba huellas imborrables a través de la edificaciones, con estructuras levantadas por mano de obra calificada y materiales óptimos.Todas pensadas para la garantía de los servicios públicos, institucionalidad, así como los aportes en vialidad o residencial. Se trata de la Redoma del Obelisco, avenida Pedro León Torres, Casa Sindical (en la calle 40), urbanización José Gil Fortoul, Unidad Sanitaria (hoy Dirección regional de Salud), Ministerio de Agricultura y Cría, así como el Edificio Nacional.
Fueron trabajos bajo una vigilancia exhaustiva, que en varias oportunidades contaron con la aparición sorpresiva del primer mandatario, quien confirmaba personalmente que se estuviera cumpliendo con los lapsos establecidos y con los materiales requeridos.
Romel Escalona, cronista de la parroquia Concepción, recalca que Barquisimeto era considerada entre las capitales más representativas del país y podía seguir avanzando en su desarrollo urbanístico, bajo la premisa de «Nuevo ideal nacional», en busca del bienestar colectivo y que promovía la prosperidad, con miras al crecimiento económico que contaba con valiosas edificaciones, las cuales se mantienen en la actualidad y sólo exigen de frecuente restauración.
Veían que era posible la transformación y apostaban a la capacidad del larense, pujante en su tierra que ya mostraba su interés por el ordenamiento a través de la planificación urbanística. Era el surgir de nuevas oportunidades, con el aporte de espacios que incluía el mobiliario urbano y la ambiciosa agenda inaugural que en ese momento culminaba con el Edificio Nacional, previsto para albergar a varios poderes públicos.
En un día inauguraron las obras
Era jueves y la ciudad se paralizaba ante el júbilo por obras que habían sido construidas durante un año, pero gratamente lograban inaugurarse una tras otra, con la presencia del alto mando del gobierno. Según el cronista Carlos Guerra, fue un momento de algarabía que inició a primeras horas de la mañana con la inauguración de la Redoma (rotonda) del Obelisco, cuyo monumento ya se había levantado porque fue uno de los regalos a la ciudad en su cuatricentenario, en septiembre de 1952.
Dicho monumento permitía contar con un parque apto para el compartir en familia. Fue un área transformada que inicialmente era como especie de rectángulo con una esquina redondeada, que se apreciaba hacia el extremo en dirección a la vía hacia Quíbor.
La programación no podía extenderse en los actos protocolares. Recuerda Guerra que la comitiva estaba encabezada por el Jefe de Estado y el gobernador, Carlos Morales, así como otras personalidades. Al poco tiempo de cortar la cinta en la Redoma del Obelisco, sólo daban unos pasos e hicieron lo propio en la avenida Pedro León Torres, siendo la principal arteria vial que comunicaba desde el oeste hacia la calle Comercio, en la actualidad avenida 20. Había sido la vía hacia Carora, antigua carretera trasandina.
También se pensó en la clase trabajadora de Barquisimeto. El cronista Guerra aclara que en ese período, el movimiento sindical no se caracterizaba por las protestas, se limitaba a la representación laboral, de acuerdo al período dictatorial del perezjimenismo. Pero la intención era aglutinar a todas estas organizaciones de trabajadores, incluso teniendo en la Casa Sindical el teatro Simón Bolívar, con capacidad para multitudinario aforo y acústica favorable para presentaciones musicales.
De gran proyección
El ordenamiento iba de la mano con estas valiosas obras. Guerra explica que la siguiente parada fue en la popular urbanización José Gil Fortoul, muy cerca de la antigua carretera Panamericana, sector hoy conocido como Pata ‘e Palo. Fue una respuesta a la necesidad habitacional que ofreció cuatro edificios (bloques), cada uno de 72 apartamentos, además de 110 casas.
Fue tan bien concebido que no sólo representaron techo seguro para tantas familias, sino que cubrían las exigencias educativas al contar con un kinder para los niños de preescolar y una escuela primaria con capacidad para más de 300 estudiantes. Además, permitía la posibilidad de inversión y trabajo de los residentes, poniendo a disposición más de 10 locales comerciales. También contaban con una capilla para las actividades religiosas.
El recorrido continuaba hacia la actual avenida Los Abogados, con la apertura de la anterior sede del Ministerio de Agricultura y Cría, donde se dedicarían a la atención de productores y trámites relacionados con el sector agrícola, considerando la importancia de este sector para el crecimiento económico no sólo de la ciudad, sino de la entidad larense. Su ubicación es justo al lado del Parque Zoológico Bararida.
Se había culminado la mañana y desde allí autoridades y demás asistentes caminaron varios metros hasta subir a la avenida Vargas. Justo en la esquina, se levantó la Unidad Sanitaria (hoy es la Dirección regional de Salud), como una de las edificaciones que el cronista Guerra define como la pieza clave para concentrar al sector salud, en la misma zona adyacente al Hospital Universitario Antonio María Pineda, reconocido como el principal centro asistencial de Lara.
Describe que mantiene la esencia de su propósito inicial y en sus dos pisos reúne todas las dependencias administrativas, coordinaciones, programas permanentes y demás instancias que también contempló un auditorio para las reuniones o cualquier tipo de actividad. La máxima autoridad era el Comisionado de Salud, construyeron el tanque subterráneo más grande de la urbe con cerámica traída de Sevilla, España. Además de ciertos detalles, como paneles de concreto, cuya intención era involucrar el arte con la intervención cromática.
En cuanto a la construcción del Edificio Nacional, mencionan que generó polémica porque irrumpía el estilo colonial del casco histórico de la ciudad para ese momento, siendo el primero en contar con ascensor. Obra muy valiosa porque contribuye a organizar los poderes públicos del estado. Allí funcionó la sede de la Gobernación de Lara, así como la Asamblea Legislativa, el liceo Miguel José Sanz y el pedagógico a sus inicios. Además de los tribunales, registros y demás instancias para trámites esenciales.
En la actualidad sigue siendo ocupado por el Poder Judicial, con una actividad permanente y que recalca el valor de obras arquitectónicas que conservan la esencia del ordenamiento para la urbe.
Cuando los cronistas miran hacia atrás, resaltan el peso en la transformación moderna desde la huella del concreto del perezjimenismo. Reconocen que fue un período de gobierno con sus restricciones, pero exigente en las construcciones de obras y con la capacidad de inaugurar varias de complejidad en un día, apostando a la planificación urbana.