Los vecinos de la urbanización Rómulo Gallegos, en la avenida Nicolás Patiño de Cabudare, están lidiando con un doble problema que los tiene «al borde del colapso»: el desborde de cloacas y la falta de servicio eléctrico. Según denunciaron, la situación de las aguas servidas lleva afectando a más de 200 familias por cerca de 20 días.
El colapso de las cloacas ha generado un hedor insoportable que ha obligado a los residentes a mantener las puertas de sus viviendas cerradas. Rafael Briceño, un vecino de la urbanización, comentó que la hediondez es «casi imposible de aguantar» y que el problema se agrava con cada lluvia, ya que el agua contaminada corre por toda la avenida y desemboca en la quebrada de La Ceiba. El olor nauseabundo incluso es percibido por los conductores que transitan por la vía.
Los residentes temen que esta situación represente un riesgo para la salud, especialmente para los niños y adultos mayores que viven en la zona. Además, la contaminación está afectando a los numerosos negocios de venta de comida en la zona, que no pueden abrir. Aunque una cuadrilla de Hidrolara visitó el lugar, no realizó ninguna reparación y el problema persiste, lo que ha generado frustración entre la comunidad.
Como si la situación sanitaria no fuera suficiente, los vecinos también denunciaron que hace tres días un transformador de la misma avenida explotó, dejándolos sin servicio eléctrico. Román Briceño, otro vecino, expresó que no han recibido ninguna información de Corpoelec y exigen la sustitución del transformador para poder recuperar la electricidad.
La falta de luz ha obligado a las personas a comprar hielo para poder mantener sus alimentos refrigerados. Ante la doble emergencia, los vecinos hicieron un llamado al alcalde de Palavecino, Derby Guédez, y al gobernador Luis Reyes Reyes, para que los ayuden a resolver esta grave situación que, según ellos, ha provocado un serio impacto ambiental y social.