Debido a la falta de salones para recibir clases en la Unidad Educativa Julio César Montero, en el caserío de Totoremo de la parroquia Moroturo del municipio Urdaneta en el estado Lara, las casas de las familias de la zona se convirtieron en salones de clases, con el aval de la Zona Educativa de la entidad.
Para 2006, el alcalde de la época, Luis Ladino, donó un terreno en el cual se podía levantar esta casa de estudio; sin embargo, no fueron asignados recursos para la obra, de forma que, al no contar con los insumos necesarios, la misma comunidad, docentes y estudiantes buscaron materiales reciclados y con sus propias manos construyeron aulas que les permitiera a los estudiantes recibir clases en la Unidad Educativa. Lamentablemente, no resultaron duraderos.
A finales de 2024, Protección Civil emitió una orden de desalojo a la Unidad Educativa, por lo que la comunidad pide ayuda a las autoridades por una solución.
Lo que nació como un liceo, a la fecha, es sede de un Simoncito y de educación primaria y secundaria hasta quinto año. Tiene 306 estudiantes y 23 docentes, dos personas que ejercen labores administrativas, cuatro madres procesadoras, tres obreros y un vigilante.
Además, los espacios de la Unidad Educativa sirven de sede para las misiones Ribas, Robinson y Sucre.
La Unidad Educativa se fundó en 2004 para 20 estudiantes de primer año. Solicitud que hizo el profesor José Luis Bracho junto a docentes y representantes de la comunidad. No obstante, gestiones fueron hechas en papel y se aprobó sin que se tuviera un lugar para impartir clases.
Edimar Cordero, exalumna, recuerda que para la fecha de su creación, el liceo más cercano estaba a una hora en carro desde Totoremo, por lo que la Zona Educativa autorizó la creación del liceo sólo hasta tercer año, sin sede. Las familias apoyaron a los estudiantes y docentes, permitiendo que las clases se dieran en sus casas.
Además, en el año 2008 otra escuela, la Unidad Educativa «Dr. José Florencio Méndez» fue desalojada de sus instalaciones por orden de Protección Civil por mal estado, y a los estudiantes los pasaron a formar parte de la Unidad Educativa Julio César Montero. Llegaron también a recibir clases en espacios alternos, en casas de familia, porque aún no contaba con sede propia. Todos en la comunidad colaboraron con ceder un lugar para enseñar. La nómina ya era desde preescolar hasta tercer año.
Cordero cuenta que con el pasar del tiempo la matrícula continuó creciendo y se abrió bachillerato hasta quinto año para evitar que los jóvenes tuvieran que trasladarse hasta el Liceo Bolivariano «Francisco Antonio Carreño», que queda retirado de la comunidad de Totoremo, ubicado en la población de Santa Inés, también del municipio Urdaneta del estado Lara.
Servicio Comunitario va en pro de la Unidad Educativa
Con el transcurrir de los años, cada promoción para cumplir con el servicio comunitario establecido en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, que establece en la parte final del artículo 135 el deber de prestar servicio a la comunidad, lo hacía dentro de la misma institución. Construían nuevos espacios con los insumos de construcción que encontraban. Cordero egresó de la institución en el año 2015. «Éramos 18 estudiantes y entre todos buscamos bloques, tierra y cemento, así levantamos media pared lo que beneficiaría a los estudiantes de tercero y cuarto año».
En la institución hay paredes completas y otras de bloque hasta la mitad y en la parte superior tienen rejas, entre todos los habitantes de la zona van donando cosas año a año, lo que consiguen.
A pesar del esfuerzo realizado, la estructura de la Unidad Educativa con el pasar de los años es más vulnerable, las paredes se mueven y el lugar se ha vuelto inseguro para los estudiantes y el personal que allí labora. «Es una situación precaria, por la carencia de los recursos mínimos para brindarle una educación adecuada a nuestros hijos. Durante 20 años, los representantes, estudiantes y comunidad se han esforzado para tener lo poco que tenemos», asegura Yisseka Cordero, representante de un alumno de la institución.
Considera que no es justo que la infraestructura que fue construida por la misma comunidad se esté cayendo. Afirma: «No tenemos mesa – sillas ni pupitres para que los estudiantes reciban clases, por decir algo, cosas elementales y que son del conocimiento de todos los entes gubernamentales».
Se ha corrido el rumor de que la Alcaldía del municipio Urdaneta está elaborando un proyecto para solicitar recursos financieros para una edificación y que se construya en el terreno donado, acción que toda la comunidad apoya y espera que le brinden una respuesta satisfactoria en corto tiempo.
Entre tanto, los estudiantes han vuelto a solicitar el apoyo en las casas de familias para que puedan recibir sus clases, pero no todas cuentan con la misma disponibilidad, lo que pone en riesgo la continuidad del segundo momento, pues a las aulas de su sede no pueden volver.
La exalumna Edimar Cordero dijo que las notificaciones se han hecho llegar a todas las instancias gubernamentales posibles, para poder obtener una respuesta favorable y satisfactoria que les permita a los estudiantes culminar su formación académica este año escolar con óptimas instalaciones, adecuadas a sus necesidades.
