Daniela Valladares| LA PRENSA.- Los recientes cariñitos que ha recibido Cabudare, como el asfaltado de la avenida Bolívar y Juan de Dios Ponte, la remodelación de la Iglesia San Juan Bautista y el comienzo del Bulevar Aquilino Juares no son suficientes para los lugareños, quienes aseguran que los verdaderos problemas no son tomados en cuenta por las autoridades.
Otilio Colmenárez, cabudareño de pura cepa, cuenta que se necesita más que pintar las calles y aceras. El crecimiento urbanístico ha sido veloz; sin embargo, la planificación de estas nuevas viviendas no cumplen con los requisitos básicos y los caseríos se vuelven invisibles para las autoridades.
“El servicio del agua y aseo es pésimo, en muchas zonas no llegan y eso representa mala calidad de vida, no hay orden”, sentencia Colmenárez sobre la deficiencia en los servicios públicos.
Para Pedro Durán, la capital del municipio Palavecino es un pueblo pintoresco e histórico que, lamentablemente, no ha tenido la suerte de ser gobernada por líderes que resuelvan.
“Ninguna calle sirve, están repletas de huecos, acomodar por donde pasa la virgen no es suficiente, el alcalde tiene que ponerse las pilas”, refunfuña Durán sentado en la Plaza La Cruz.