Willian Croes | La Prensa.- El Hospital Pediátrico Agustín Zubillaga se cae a pedazos. Las malas condiciones de áreas importantes en el centro asistencial pone en vilo la vida de los pacientes, quienes al ser sometidos a condiciones extremas por las precariedades aumenta el retraso en el proceso de recuperación, y hasta de contraer nuevas enfermedades, que en el peor de los cuadros ocasionan muertes.
En la entrada del Pediátrico se comienza a ver la desidia. En sala central y en el pasillo de rayos X hay 11 pacientes en cama. La imagen es lo más parecido a un hospital de guerra. El desbordamiento de las aguas negras del depósito que funge como área de trauma shock originó la movilización de los pacientes a un espacio que no reúne las mínimas condiciones sanitarias para el cuidado de los menores.
En días de semana el pasillo se vuelve pequeño. El paso de la gente entorpece las labores de médicos y enfermeras para atender a los niños. “La enfermera le colocaba la vía a mi hijo, y en ese momento una persona la tropezó y lo lastimó”, expresa Ángel Flores, padre de un niño de un año que ingresó por una afección causada por una bacteria.
El colapso de cloacas desplazó a pacientes y a sus padres como si se tratara de una tribu nómada. En las noches, los representantes duermen en las sillas de las oficinas de las enfermeras, quienes amablemente se las cedieron luego de ver que dormían sentados en el piso a un costado de la cama.
El área de Emergencia es otra muestra de las carencias del centro asistencial. La falta de equipos de ventilación, camas y enfermeras tiene una incidencia negativa en la salud de los menores. Detallan enfermeras del área que tienen 24 pacientes en un espacio acondicionado sólo para 19. Algo más grave es que en la parte de estabilización caben sólo dos pacientes y tienen cuatro.
“Es muy delicado porque son niños que tienen bacterias y necesitan estar entubados. Nos ha pasado que logramos controlar la enfermedad, pero de inmediato contraen la afección del paciente de al lado”, indica una especialista que prefirió resguardar su identidad por temor a represalias de los directores, a quienes el mismo personal le ha entregado informes detallados de la terrible situación y han quedado engavetados.
Debido a la falta de enfermeras en el recinto de Emergencia, los padres de las criaturas se deben quedar velando por el cuidado de sus hijos. Los padres están acostados en la misma cama, lo que ocasiona el peligro de que si el paciente está intubado basta con que sólo se filtre un vello para causar asfixia.
La falta de ventiladores tiene a los enfermeros en un constante ajetreo. El aparato y los tubos no son limpiados luego de usarlos, no cumplen con las condiciones mínimas de asepsia, algo que en un principio fue propuesto en una asamblea por el mismo director de salud, pero que fue rechazado por los doctores por considerar que es una práctica que influye de manera directa en la mortalidad de los niños.
“La atención de médicos y enfermeros es muy buena, lástima que las condiciones no están dadas para que nuestros hijos estén en un lugar con óptimas condiciones. El derecho a la salud se ha vulnerado”, denuncia Orleis Badillo, una madre que acudió al Pediátrico porque su hijo presenta un cuadro de neumonía. Desde que llegó ha padecido en carne propia las penurias de un sistema colapsado.