Guiomar López | LA PRENSA DE LARA.- La recreación y hasta el tránsito por determinadas áreas verdes se quedan comprometidas en parques a cielo abierto y deportivos, cuya grama se transformó en tupida maleza. Un hecho que puede obstruir el corretear de niños en el área infantil y ocultar las ligeras caminerías en determinadas plazas de la ciudad.
Hacia el oeste se tiene el concurrido polideportivo Antonio José de Sucre, ubicado en la avenida La Salle, cerca de Chicolandia. Deportistas acuden a diario para sus entrenamientos o acondicionamientos, teniendo campo, canchas y pista de atletismo. Pero en uno de los extremos está el parque infantil, donde se escapan los más pequeños para jugar por un buen rato.
Dicha aventura no será del todo divertida, tal como se aprecia a Amarilis Lozada tratando de proteger al grupo de niños del «Club La Brigada». Ella tiene bajo su responsabilidad a casi 10 niños, quienes reciben preparación física y se oxigenan a través de diversos juegos.
Para los circuitos tuvieron que improvisar un área, porque el terreno ya no estaba apto y los atractivos toboganes y columpios se quedan cortos. Todo mientras ellos corren y sus monos se llenan de cadillos hasta superior a la rodilla.
«Esta área no tiene ni el mínimo cariño y menos tratándose para los más pequeños», recalca y lamenta que han perdido un par de balones, que se revientan por las espinas.
Hacia el otro extremo se tiene la plaza José Ángel Álamo en la urbanización del Este, con el monte seco que no permite ver las caminerías. Un abandono que denuncia el vecino José Antonio García desde hace varios meses y que es un riesgo para los feligreses que asisten a la iglesia Santa Teresa. El lugar se ha transformado en esquinas para la basura, escondite para indigentes y guarida para delincuentes, porque le roban el alumbrado y solo cuenta con 6 lámparas led en un negocio cercano.