Guiomar López | LA PRENSA DE LARA.- «Pero realmente ganaron, ¿quién puede creerse esto?», fue la pregunta de Tania Andrade, ama de casa, sobre los resultados de una victoria oficialista en las elecciones parlamentarias del pasado domingo. Su tono era de desdicha y con mucho pesar, apenas levantaba la cabeza. Ese desánimo era compartido por la mayoría de consultados en el centro de Barquisimeto.
Los guaros fueron testigos de los centros de votación en plena soledad. De hecho, hasta comentaban que se apreciaban más funcionarios de la milicia esperando por la llegada de los electores. Pero el ingreso era tan esporádico, que prácticamente accedían directo. Los pocos que tuvieron colas de acceso, ni llegaban a 10 personas y a primeras horas de la mañana.
«Yo no fui a votar», admitía Gustavo Castillo, quien señaló que a pesar de tanta decepción, no pierde la esperanza por la consulta popular organizada por el diputado Juan Guaidó. Su esposa Karla Quintero también piensa que se pueda rechazar legalmente este comicio y pedir el apoyo desde organismos internacionales.
Esta pareja no estaba de acuerdo con esta cita electoral, por lo cual no acudieron. Manifestaron que están cansados de quedar en promesas y sin el amparo del Estado, ante la deficiencias en servicios públicos y quedar sobreviviendo con la hiperinflacion que apenas permite comer a medias.
Mientras tanto, José Giménez estuvo entre ese mínimo porcentaje que ejerció su derecho al voto. Señaló que no tuvo contratiempo y calificó la jornada como la única opción que no se debería desperdiciar ante una auténtica democracia.
El consenso de opiniones figuró en la falta de confianza en el árbitro rector electoral y el rechazo a la gestión de gobierno por ineficiencia, cuya gestión ha golpeado fuertemente a los habitantes y les ha robado la calidad de vida con servicios públicos deficientes y en muchos casos, nulos.