Guiomar López | LA PRENSA DE LARA.-& ;Una aproximación inédita fue la bajada de su nicho, acercándose a las puertas del templo para encontrarse con su feligresía a las afueras del templo de Santa Rosa. Ahora la Divina Pastora se encuentra entre sus devotos y de cerquita el clero resalta su invitación a que «caminemos en comunión», recordatorio en los mensajes de cada misa y con la aceptación de sus fieles para buscar en ella esa figura maternal que sana, protege y nunca desampara.
Es el calor que se siente desde el viernes en Santa Rosa, con la afluencia de visitas a la madre de Dios previo a la procesión 166 de este 14 de enero. Niños, jóvenes y adultos mayores se acercan a la sagrada imagen, se persignan, elevan sus brazos hacia ella y cierran sus ojos para encomendarse. Le agradecen por las promesas recibidas, piden por milagros y hasta levantan a los recién nacidos para presentárselos. Es el momento de silencio, donde las oraciones son internas y sólo necesitan de un corazón abierto ante su grandeza.
Monseñor Owaldo Araque, obispo de Guanare y administrador apostólico de la Arquidiócesis de Barquisimeto, resaltó a 10 años de la acostumbrada bajada que se exalta «el amor grande que este pueblo le ofrece a la virgen María, recordando que cada año la participación es con más fuerza». De allí, que la eucaristía tuvo que realizarse a las afueras del santuario, siendo el festín para honrar a la madre que concibió a Jesús.
A esa madre es la que agradecen por mostrar un camino seguro. Su presencia vestida de azul conlleva a la vida, esa que ansía un mundo de felicidad, cuando los hombres entiendan que siempre el camino será mejor buscando de Dios.
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