El posicionamiento de la belleza de la imagen no sólo cobra importancia en mujeres, sino en hombres lo cual se puede reforzar con las cirugías plásticas, a veces a costa de la salud. El problema, advertido por especialistas, surge con la obsesión de ser atractivo sin medir las consecuencias de las intervenciones de forma indiscriminada, incluso desestimando las indicaciones médicas o creyendo en falsas ofertas económicas que pueden dejar lesiones graves en la piel o comprometer la vida, cuando la persona cae presa de la impericia quirúrgica.
Expertos recalcan que la intención no es satanizar al cuidado estético o las cirugías plásticas, porque reconocen las posibilidades de practicarse determinadas cirugías plásticas sin que responda a un trastorno dismórfico corporal (preocupación intensa por defectos percibidos en la apariencia física). Tal situación sólo deja insatisfacción por la forma desmedida de transformarse el rostro hasta perder la belleza y naturalidad. Por capricho llegan hasta dañarse los tejidos, al punto de perder la elasticidad de la piel y sacrificar la espontaneidad de una sonrisa. Se dice fácil, pero esos cambios irreconocibles pueden ser frecuentes ante la resistencia al envejecimiento, evitando las temidas líneas de expresión.
Reconocer la belleza es un principio que mejora la salud y el sistema inmunológico, al percibirse óptima desde el alma. Así lo recalca el doctor Javier Gómez, cirujano plástico estético maxilofacial reconstructivo, al referirse a la obsesión por la belleza que sólo puede dejar frustración, deformidad, intolerancia y expectativas erradas, que probablemente dejarán complicaciones en la salud.
No puede negarse que las cirugías plástica suma belleza, pero sin caer en el círculo vicioso de comparación desmedida con una apariencia ideal, pero divorciada de la realidad. Hay que cultivar la estabilidad psicológica, sin falsas expectativas para evitar ser víctima de resultados nefastos.
El paciente debe estar consciente de lo delicado de la perforación de la piel y de lo indispensable de no caer en «soluciones milagrosas y cirugías baratas», de alto riesgo en centros clandestinos o con personal médico de dudosa procedencia. «Lo primero que se debe velar es por confiar en un verdadero cirujano plástico, quien será el guardián del complejo procedimiento, definiendo con exactitud cada uno de los puntos a intervenir», advierte Gómez de un equipo multidisciplinario que también cuenta con el aval del dermatólogo y orientación psicológica.
Los pacientes pueden caer en abusos médicos con el intrusismo, cuando no se trata de un profesional calificado, tan grave que se limite a un cirujano general. Son cirugías costosas en función de los profesionales, los equipos actualizados, condiciones de higiene y acordes del centro asistencial. Además de asegurar el 60% de éxito de las intervenciones, con la pericia y los tiempos quirúrgicos, minimizar los riesgos, facilitar la evolución quirúrgica con los traumas necesarios de tejidos y 40% de responsabilidad del paciente con los cuidados posoperatorios a las cirugías.
Aclara que cuando las expectativas de las cirugías quedan fuera de lo posible, al dejarse llevar ciegamente por la presión en las redes sociales puede repercutir en resultados nefastos. Un verdadero concepto de belleza involucra a todos los sentidos. Las mujeres demandan más cirugías para retocar los bustos, en segundo lugar se ubica la lipoescultura generalizada, que no solamente moldea abdomen, sino también brazos, espalda, glúteos y piernas, así como optan por la rinoplastia. Mientras, los hombres suelen atreverse a iniciar por la rinoplastia, lipoescultura y otoplastia para modificar tamaño, forma o disposición de las orejas.
Los caballeros también se preocupan por su imagen, más allá del cambio de look con estilismo, aproximándose a la perfección de sus rasgos faciales o corporales.
Las cirugías no son por arte de magia, sino procedimientos delicados y que dependiendo de la zona, así como de la experiencia del cirujano, se reduce el tiempo de la intervención. Luego está la posibilidad de una larga recuperación y con sumo cuidado. Los especialistas dicen que deben ser consideradas como el último escalón, luego de tratamientos estéticos no invasivos. Otra realidad es que no asegura resultados para siempre. Dependen de adoptar un nuevo estilo de vida, con adecuada alimentación, mayor actividad física y cumplir las recomendaciones del médico tratante.
José Canelón, asesor de imagen y en psicoestética, destaca que la relevancia de las redes sociales y sus estereotipos, junto a la inseguridad de la persona, pueden arrastrarla hasta la negación de vivir sus etapas de la vida, debido a la angustia o pánico por envejecer. «Tu cuerpo es tu templo y tu rostro es único», reitera que hay que entender el costo de ser atractivo y saber distinguir entre «ser y parecer».
Se refiere a la belleza sana, sin responder a comentarios de personas tóxicas que generan frustración en quienes no cuentan con el dinero para cubrir este tipo de intervenciones que superan los $2.000. Además de quedar consumidos en la ansiedad y desesperación emocional, sin salud mental, al terminar viéndose un cuerpo con errores. «Termina siendo tan negativa esa búsqueda de perfección que se enfocan en el 1% de error y olvidan el 99% de cambios positivos», indica de casos en los que es necesaria la cirugía estética, pero sin que la repiten de manera indiscriminada.
Los hombres, desde hace 15 años, también se atreven a los cambios profundos sin conformarse con las rutinas de ejercicios en el gimnasio. Sienten la necesidad de una imagen perfecta, más allá de la definición muscular e incluso con prótesis de musculatura pectoral y bíceps, para tener una apariencia más viril. Terminan mostrándose como hombres fuertes y sensuales para llamar la atención en cualquier momento.
Es un tema que muestra la vanidad del ser humano desde el punto de vista más sutil buscando presumir, pero estando consciente de los límites. Pero la cadena de lamentos por inconformidad sólo deja a un ser vacío y necesitado de orientación terapéutica. Es imposible pensar en los cambios inmediatos, más aún cuando afecta el temor al envejecimiento y no se ha tenido la prevención del cuidado de la piel, empezando por la adecuada hidratación y ejercitación.
«Con la psicoestética podemos entender la perfección, pero respetando los límites y con la posibilidad de seguir trabajando para estar mejor», señala Canelón, sin dejarse presionar y sabiendo que el objetivo es alcanzar ese canon de belleza, para saberse atractivo.
La estabilidad emocional es uno de los primeros aspectos que se analizan en el protocolo preoperatorio para determinar la seguridad del paciente y que no esté con expectativas tan altas, lejos de la realidad. Es el resultado de la percepción de sí mismo, alimentada desde la infancia, dependiendo de los cuestionamientos o refuerzos positivos de los padres. No hay que dejarse llevar por los estereotipos de determinado tipo de belleza ni las tendencias.
Cuando el psicólogo, Jesús Goyoneche, explica este punto cita el ejemplo de la moda de mujeres de senos de talla grande que vuelven al quirófano para la reducción, porque últimamente el busto puede ser pequeño. Siempre influye el nivel de creencias que es perjudicial cuando no se tiene arraigada la personalidad. Pero puede ser tan dañino que quedan atrapados en el trastorno dismórfico corporal y con tanta inconformidad que suelen empezar por dar más volumen a los labios hasta moldear el cuerpo por completo.
La pérdida de autoestima es uno de los principales riesgos, con la amenaza de no poder llenar las expectativas de otros, cuando se trata de estar conforme consigo mismo. Surge la interrogante ¿qué influye en nosotros?, y sin medir las dimensiones de pretender llamar la atención. Son cambios sin depender de competencias ni comparaciones y —mucho menos— para la aceptación, incluso con ideas tan erradas que el éxito de una relación amorosa dependerá de la imagen perfecta.
El concepto de belleza es relativo para cada persona, pero lo importante es que al considerar someterse a cirugías estéticas tenga la seguridad de que será parte de su bienestar personal, sin atentar contra su salud mental. Proponerse metas irreales y el apuro por conseguir mejorar estéticamente sin acudir a médicos especialistas, dejan frustración o complicaciones que pueden costar hasta la vida del paciente.
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