Como una iniciativa de pobladores de lugares con hallazgos arqueológicos o paleontológicos, los museos comunitarios cobran formalidad en el estado Lara, más allá de ser una simple colección de objetos recolectados por sus habitantes. Son nueve recintos en los municipios Iribarren, Jiménez, Torres y Andrés Eloy Blanco que trabajan por el resguardo de la memoria ancestral, el afianzamiento de la identidad y la conciencia del valor como patrimonio entre sus vecinos. Reciben del Museo Antropológico «Francisco Tamayo» de Quíbor el entrenamiento en registro y conservación.
Son propuestas que nacieron de la inquietud de personas que sintieron la curiosidad de resguardar fragmentos cerámicos o líticos, asociados con materiales utilitarios de indígenas, principalmente de los axaguas. Pero esa curiosidad necesitaba conocer los procedimientos para la debida excavación, la identificación y cuidado, además del reconocimiento de su importancia.


Así se crearon los museos comunitarios: Kak Kejawas en San José de Tin Tin y el paleontológico «Dr. Juan José Salazar», en Iribarren; «Pura y Limpia» en el sector El Molino y la sala de arqueoastronomía «Obeida Durán» en San Miguel, en Jiménez; «Aroa Chunai» y la casa guardiana de lo ancestral campesino «María Federica Lucena», ambos en Palo Verde, en Andrés Eloy Blanco. Y en el municipio Torres: «Sicarigua» en el sector con ese mismo nombre, «Alfredo Almeida» de Los Arangues y el del caserío «Camay».
Lo admirable es que la mayoría se mantiene por autogestión, con recursos generados por la comunidad y con la mano de obra directa de los vecinos. Otros cuentan con cierto apoyo de algunas organizaciones privadas o del Estado.
Es tal la dedicación, que sus directivos que tratan de satisfacer su necesidad de dominar técnicas de arqueología. Y se han ganado el reconocimiento de expertos, al punto de participar en la capacitación impartida por especialistas en conservación egipcia, realizada en el Museo Antropológico de Quíbor, en noviembre de 2024.


«Son equipos admirables y con una preocupación por contribuir a la memoria de los pueblos, lo cual puede seguir replicándose», indica Liseth Castillo, directora del museo de Quíbor y resalta que son motivos de inspiración para una investigación encabezada por las antropólogas Ivel Urbina y Rubia Vásquez, junto al historiador Pedro Figueroa. El proyecto es realizar un libro que plasme cómo se han desarrollado los museos comunitarios y hacerlos más visibles.
En febrero estos investigadores visitaron el paleontológico «Dr. Juan José Salazar», Kak Kejawas, «Aroa Chunai» y casa guardiana «María Federica Lucena», además de recintos de la misma índole de Falcón, Trujillo y Barinas, para recolectar testimonios de las experiencias que han tenido.
En el museo se fomenta la promoción de la vida cultura
La relación del museo de Quíbor con los museos comunitarios se estrechó en 2021, durante la gestión de la antropóloga Rubia Vásquez, como directora. Este vínculo se ha mantenido, tal como señala Castillo debido a las deficiencias en el registro de las piezas. En este contexto, les ofrecen talleres permanentes de apoyo para mejorar el manejo de las piezas, avanzar en su catalogación y asegurar su preservación. Además, se fomenta la promoción de la vida cultural, especialmente en los niños, acercando a los estudiantes a la comprensión de la arqueología, la paleontología y el valor histórico de estas zonas.


Les insisten en lo indispensable de contar con las condiciones de resguardo, porque en la mayoría de los casos son piezas provenientes de colecciones familiares. Se deben cuidar desde la excavación y extracción, permitiendo parte de la tierra, para evitar que se desintegren, debido a los miles de años que ha estado enterradas.