La mujer larense comienza a ganar protagonismo en el valioso oficio de la caficultura
Jhonny Pérez | LA PRENSA DE LARA.- Destilan un dulce olor a café mientras que en la memoria su niñez y juventud se desliza entre los grandes sembradíos del rubro, manos de mujeres trabajadoras se picmentan del color de la semilla mientras que otras tantas tuestan y trillan el fruto para obtener y brindar a familiares, vecinos y amigos un producto elaborado con sus mismas manos y con sabor a mujer.
No importa para ellas el cansancio, ni tampoco lo forzado que pueda llegar a ser la jornada, simplemente entre los cultivos y desgranando la planta consiguen armonía pasión y paz, se trata de un oficio que realmente disfrutan realizarlo. Productores ven como un alago, un privilegio y una oportunidad la participación de las damas en las diversas actividades que comprende la producción cafetalera sin tener la necesidad de equipararse a ellos pues su rol complementa como una dulce caricia en el alma, el trabajo de labrar el campo.
«Mi niñez se basó en jugar entre las plantas de café, en ayudar a mis padres a cosechar, en tostar y moler el fruto pero sobre todo a valorar y a enorgullecerme del gran oficio que es la caficultura«, sostuvo Maura, quien con orgullo se tituló con el premio a mejor café tostado, en la segunda edición de Sanare muestra café.
Otra historia fascinante es la de Zuleima Castillo de 48 años, toda su familia se dedica al oficio del café en el caserío Guapa abajo a una hora de Sanare.
Las anécdotas familiares no terminan y se remontan a los años dorados de la producción cafetalera de la familia Sira. Con recuerdos vivos Lila Sira de 78 años, dice que entre el frio de las montañas y la calidez del hogar su familia progresó gracias al cultivo y venta de café una tradición que se generó con sus bisabuelos en el año1928.
«Esta familia ama el café y no hablamos del líquido sino de todo lo que gira en torno de él, cuando no existían calles, ni luz, nosotros al salir de la escuela veníamos felices, no a trabajar, sino a construir los mejores años de nuestra vida para consolidar el futuro», suelta con gracia.
Luego de la muerte de su esposo en 2009 muchas cosas fueron cambiando pues ya ella no tenía las fuerzas para irse a los cultivos a desgranar las plantas y ahora las riendas las lleva su hijo en la zona montañosa y fría del municipio Andrés Eloy Blanco.
Es de admirar, el esfuerzo y trabajo que las mujeres colocan para producir café de calidad, pidiendo sea reconocido el oficio que ellas hacen para brindar a todo el estado Lara un producto de calidad. Detrás de cada mujer productora hay bellos recuerdos de una infancia y juventud que transita entre el olor a café y la pasión de producir, otras simplemente se capacitan para mejorar los estándares de producción, y para ayudar a sus maridos en el mundo de la caficultura.
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