Osman Rojas | LA PRENSA.- Dolor, rabia, tristeza, impotencia y negación. Todos estos sentimientos convergen a las afuera de la morgue del Antonio María Pineda de Barquisimeto. A tres días para que el mes de marzo termine, los números de mortalidad en el primer trimestre del año pasado fueron superados con creces y los especialistas atribuyen esto a la falta de medicamentos y a la mala alimentación a la que están expuestos los enfermos en el estado Lara.
“Aquí si no te mueres de la enfermedad te mueres de hambre”, dijo de forma tajante el doctor Ruy Medina, director Sectorial de Salud en el estado Lara al ser consultado. El doctor se mostró alarmado por el alza de mortalidad y explicó que aquellas personas que sufren de diabetes o de hipertensión corren mayor riesgo. “No tienen cómo ser tratados porque no hay nada en las farmacias”, lamentó el médico.
Según los números que maneja la Red Hospitalaria, en el estado Lara han muerto más de 200 personas en lo que va de año por infartos fulminantes, cifra que duplica los 103 decesos que se contabilizaron hasta marzo del curso anterior.
“Hay una realidad que no se puede ocultar. Un enfermo al no tener cómo controlar su patología lo condenas a morirse. La mala alimentación también afecta. En el Hospital Central recibimos a enfermos crónicos que llegan con una marcada desnutrición y eso complica mucho más su vida”, lamentó Medina.
Los pacientes renales también han visto cómo los números han sido superados con facilidad. Hasta el día de ayer en el estado se contabilizaban 84 muertes, lo que representa un aumento del 29,23 %, si se toma en cuenta que marzo de 2016 cerró con 65 pérdidas.
“Estamos desesperados y no sabemos qué hacer. El Ministerio de Salud ya conoce nuestra situación, pero no se pronuncia y la realidad es que cada vez son más los pacientes renales que engrosan la lista de fallecidos por no poder cumplir con un tratamiento”, dijo Jackeline Pérez, presidenta de la Asociación Venezolana para el Deporte y la Salud de los Trasplantados y en Situación de Trasplante (Avedestras).
El Servicio Desconcentrado de Oncología en Lara (SAO) vive una realidad parecida al resto de instituciones. El centro médico ve con preocupación cómo, al menos, dos pacientes por semana pierden la vida al no poder cumplir con sus tratamientos.
“El ministerio no manda los medicamentos y las personas retrasan sus quimioterapias y eso es mortal para los pacientes que deben lidiar con esta enfermedad”, dijo el doctor Pedro Useche, presidente de SAO.
Los más pequeños también han sufrido los embates de la crisis. El Hospital Pediátrico Agustín Zubillaga ha visto cómo en un 27 % la mortalidad aumentó dentro de la institución. Cuadros diarreicos severos en lactantes e infecciones propagadas puntean la nefasta lista.
“Cada vez son más los niños que llegan a la institución malnutridos y con diarrea. Pierden mucha fuerza y es prácticamente imposible salvarlos. Los lactantes de cero a seis meses son los más afectados. Nos faltan medicamentos para tratar a los enfermos, pero la mala alimentación es el detonante de las muertes”, explicó Jorge Gaiti, director del pediátrico.