Guiomar López | LA PRENSA DE LARA.- El tema es tan delicado que el gremio médico rechaza los ensayos para las vacunas de& ; la COVID-19 que quiere aplicar el gobierno en venezolanos. «¿Cómo seleccionan la muestra, teniendo un 80% de desnutrición en el país?», se preguntan los especialistas ante la incertidumbre de cumplir el protocolo del primer lote de la rusa Sputnik V y ya se anunció la china en su fase tres.
La doctora Luzmila Leal, desde Médicos Unidos en Lara, recalca lo grave de que la mayoría de los venezolanos no cumplen el perfil como voluntarios. Detalla que un adulto con fallas de peso no está en condiciones para una vacuna porque tiene comprometido su sistema inmunológico y «no responderá en la debida producción de anticuerpos que genera una vacuna. No utilicen al pueblo como conejillos de indias», imploró ante una muestra que debe ser entre 20 a 40 mil voluntarios.
Indica que estas cifras no podrían verificar la efectividad de la inmunización y constatar la seguridad, al no ocasionar más allá de los síntomas comunes de leve malestar, fiebre por poco tiempo y ligera dolencia. «No se tiene la información certera del Ministerio de Salud», rechaza el infectólogo Antonio González Mata y de lo estricto de la historia clínica de cada paciente, considerando la prioridad al personal médico y adultos mayores por estar a mayor riesgo de infección.
Sin medias tintas
La fase tres en los ensayos de las vacunas es determinante para las investigaciones. González reitera la obligatoriedad del control doble ciego, a fin de evitar sesgos en los estudios. Esto implica que el paciente y el especialista desconozcan si se trata de la aplicación de la vacuna o reciban placebo -muy parecido a la real- que puede ser hasta agua destilada. Así se tendrá la certeza del efecto de las pruebas en cada individuo y sin interferencias.
Dicha evaluación determinará los efectos reales y conocer si se producen los anticuerpos necesarios para desarrollar la inmunidad. Pero lo que preocupa al gremio médico es la autenticidad de ese control, ante la rigurosidad de un seguimiento que comienza con muestras de sangre cada 15 días. Un rastreo estricto durante un año y que puede extenderse hasta el año siguiente.
«¿Dónde está el control?«, se pregunta Leal, ante la línea directa del Min-Salud sin consultar ni informar al gremio médico acerca del protocolo de estudio, aplicación y seguimiento de los efectos de estas vacunas. Temen la falta de transparencia y se desconozcan las secuelas de las posibles reacciones colaterales, más aún cuando pueda trabajarse en voluntarios desnutridos.