Osman Rojas | LA PRENSA.- Como si fuese una cascada el agua corría con fuerza y sin parar por la Bajada de Santa Rosa. Piedras, palos, bolsas de basura y ramas secas eran arrastradas por la corriente mientras los conductores intentaban esquivar, de la manera posible, los escombros que entorpecían la vía hacia Barquisimeto. Eran las 10:00 de la mañana cuando la lluvia empezaba a hacer estragos en la ciudad.
“Las piedras bajaban con mucha fuerza y la gente estaba muy asustada. Un grupo de personas se paró en la redoma para hacerle señas a los carros de que no pasaran porque podían llevarse una piedra. Fue como una película de terror”, comenta Elizabeth Arriechi, habitante de Santa Rosa, que se encontraba barriendo los escombros del pavimento para facilitar el flujo vehicular.
El derrumbe en la zona duró aproximadamente 15 minutos. Durante ese tiempo los carros no pasaron por allí pues fueron unos 20 metros los que estuvieron tapados con piedras. “Gracias a Dios escampó porque si no el cerro se desploma por completo”, comentó Arriechi.
Funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) llegaron hasta Santa Rosa, pero no ofrecieron mayores soluciones. Luego de tomar fotos del desastre se subieron a un vehículo militar y se fueron con la promesa de volver con una máquina para despejar la vía. Las horas pasaron y los mismos habitantes decidieron abrir paso pues los uniformados nunca llegaron.
Una hora después del derrumbe de Santa Rosa fue la cooperativa de Ruiz Pineda la que sufrió los embates del agua. Allí la lluvia fue tan fuerte que el establecimiento se vio inundado en poco minutos. La directiva tomó la decisión de cerrar el establecimiento y limitar el acceso de las personas para poner a salvo la mercancía.
“El agua entraba por todos lados. Estaba lloviendo con viento”, dijo Aura Carmona, vecina de Ruiz Pineda que se encontraba esperando a que la lluvia pasara en uno de los toldos que están afuera de la cooperativa.
Las calles barquisimetanas también sufrieron por el agua. Este, oeste, norte y centro de Barquisimeto lucieron inmensas lagunas que hacían que los conductores avanzaran muy lentamente para evitar los accidentes.