La tradición y devoción que significa el Baile de Las Turas para la comunidad ayamán en el municipio Urdaneta debe permanecer con la generación de relevo y los alumnos en general deben conocer acerca de esta danza colectiva que identifica al Cerro de Moroturo.
Esta preocupación reúne a cultores que sugieren el proyecto «Las Turas van a la escuela», como parte del reconocimiento de su identidad, con el apoyo de estudiantes de la Universidad Nacional Experimental de Artes (Unearte), que puede replicarse en otras casas de estudio superior.
La propuesta está vigente, enmarcada en la antesala conocida como «Las Turas pequeñas», prevista para mañana, a final de la tarde, en el Cerro de Moroturo para agradecer a la madre naturaleza por el inicio de las cosechas. La gran festividad será para finales de octubre, cuando se tienen más ofrendas por la nobleza de la tierra, destacando al maíz como el protagonista de este baile que respeta a la monarquía, encabezada por su reina Antonia Perozo.
Con «Las Turas van a la escuela» desean que se enseñe esta tradición indígena, con conversatorios y difusión permanente, que sea similar en importancia al tamunangue, así lo afirman William Johnson, coordinador del Instituto de Artes Escénicas y Musicales (IAEM) en Lara, junto a Pausides Jiménez, del grupo cultural Simón Rodríguez, los profesores Omar Linárez y Orlando Pérez, entre otros cultores.
Les preocupa que el desplazamiento de ayamanes a la ciudad por la necesidad de trabajar y generar más ingresos económicos pueda debilitar esta tradición. De allí, que aplauden el vuelco que ha tenido el acercamiento de los niños a través del juego inicial Guanaico, que lo empiezan con la danza hacia el altar y lanzándoles frutas como mandarinas, mamones y cambures, lo cual realizan actualmente con caramelos, galletas y dulces, con la posibilidad de que sean obsequios traídos por los visitantes.
Insisten que se debe conocer la disciplina de la monarquía, la importancia del maíz como el principal alimento ancestral, siendo amarillo, cariaco y fermentado con sus derivados. También incluir el protagonismo de animales, principalmente en los siete sones dedicados a hormigas, monos, tigres, leones y diversas aves. Comprender las ceremonias que inicia con las cortesías del capataz con comida y refrescantes bebidas, como carato y chicha.
Las universidades también deben sumarse a ese trabajo de registro de estudiantes de fotografía y cinematografía de Unearte, donde el profesor David Jiménez señala que han realizado varias visitas, logrando testimonios en el documental «Las Turas, pueblo ayamán con más de 50 años de resistencia».
También publican en la página digital Arte, Cultura y Patrimonio (ACP), sobre que han realizado exposiciones fotográficas en la galería del Movimiento Sucre y organizado conservatorios con investigadores del folclore.
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